Windows consume RAM “en reposo” en exceso: cuándo es normal y cuándo no

Cuando uno monta un PC nuevo o actualiza a חלונות 10 או 11, lo primero que suele hacer es abrir el Administrador de tareas y echar un ojo al consumo de memoria. Y ahí llega el susto: el sistema está casi en reposo y Windows marca 3, 4 o incluso más GB de RAM usados, a veces con porcentajes del 70, 80 o 90%. Es fácil pensar que algo va mal, pero la realidad es un poco más compleja.

En muchos casos, ese aparente alto consumo de RAM en reposo no es un fallo, sino parte de cómo Windows gestiona ahora la memoria para ir más fluido. Aun así, hay situaciones en las que sí existe un problema real: falta de actualizaciones, controladores desfasados, programas innecesarios en segundo plano, malware o incluso módulos de RAM defectuosos. Vamos a ver, paso a paso, cómo diferenciar lo normal de lo preocupante y qué hacer en cada caso.

Qué significa realmente el consumo de RAM en Windows

Uno de los errores más habituales al mirar el Administrador de tareas es interpretar mal el porcentaje de la columna Memoria. Ese valor no indica que los procesos estén usando, por ejemplo, el 95% de los 16 GB totales instalados, sino el porcentaje sobre la memoria disponible para el sistema en ese momento, que ya descuenta reservas de hardware y otras asignaciones internas.

La memoria RAM de tu PC no es un bloque único dedicado solo a las aplicaciones que ves. Una parte se reserva para dispositivos, ביוס/UEFI, CPU integrada, controladores y, en algunos casos, GPU integrada. Por eso la cifra de “memoria total” utilizable por Windows suele ser algo inferior a la RAM físicamente instalada.

Otro detalle clave es que Windows, especialmente en sus versiones modernas, no busca “ahorrar RAM a toda costa”, sino aprovecharla al máximo para ir más fluido. Si tienes 16 GB instalados, el sistema prefiere mantener datos, librerías y aplicaciones en memoria para que se abran al instante, en lugar de tener la RAM vacía “por si acaso”.

Esto explica por qué, en reposo, puedes ver consumos de 4 o 5 GB con el escritorio apenas abierto. Siempre que el equipo responda bien y no notes tirones ni mensajes de memoria insuficiente, ese comportamiento suele ser completamente normal.

Qué es el alto consumo de memoria RAM y cuándo preocuparse

Se habla de alto consumo de memoria cuando el uso de la RAM y/o de la memoria virtual crece hasta niveles tan altos que el sistema empieza a sufrir: se congela, aparecen avisos del tipo “Tu ordenador tiene poca memoria” o las aplicaciones tardan una eternidad en abrirse o cambiar de ventana.

Para comprobar si estás realmente en esa situación, lo más directo es usar el מנהל המשימות:

• לִלְחוֹץ Ctrl + Alt + Delete y entra en “Administrador de tareas”.
• En la pestaña “Procesos”, mira las columnas de CPU, Memoria y Disco.

Si la columna Memoria ronda constantemente el 70-99% incluso sin programas pesados abiertos, o la pestaña “Rendimiento” enseña valores cercanos al 100% de manera sostenida, sí podemos hablar de un problema de uso excesivo de RAM. En equipos con muy poca memoria, como 4 GB, es relativamente fácil llegar a estas cifras, pero aun así se puede optimizar bastante.

Los síntomas típicos de este alto consumo de memoria incluyen congelaciones esporádicas, tirones en juegos, cambios bruscos de escritorio a negro o saltos de rendimiento cuando el sistema se queda con muy pocos megas libres (por ejemplo, menos de 200 MB mientras juegas a Forza Horizon o títulos similares).

El proceso System y la memoria comprimida: no siempre es un error

Un caso que llama especialmente la atención es cuando el proceso מַעֲרֶכֶת aparece usando varios gigas de RAM. A primera vista parece un bug o una fuga de memoria, pero en Windows 10 y versiones posteriores suele ser justo lo contrario: una mejora deliberada en la gestión de memoria.

En versiones antiguas de Windows (7, 8…), cuando la RAM se llenaba, el sistema empezaba a volcar datos de aplicaciones en reposo al archivo de paginación (pagefile.sys), que no es más que memoria virtual ubicada en el disco duro o SSD. El problema es que el acceso al disco es muchísimo más lento que a la RAM, así que cada vez que el sistema tenía que recuperar esos datos, todo se volvía más torpe.

Con Windows 10 llegó un cambio importante: antes de tirar de disco, el sistema trata de comprimir la memoria de las aplicaciones menos activas. Es decir, reduce su tamaño en RAM a costa de dedicar algo de CPU a comprimir y descomprimir cuando haga falta. El resultado es un rendimiento global mejor que usando solo el archivo de paginación.

¿Dónde se guarda esa memoria comprimida? En buena parte, se muestra como consumo asociado al proceso מַעֲרֶכֶת. Por eso puedes ver que “System” parece tragarse 3, 4 GB o más, cuando en realidad está simplemente acumulando memoria comprimida para reducir el uso de disco y que tus programas vuelvan a la vida más rápido al reabrirlos.

Mientras el equipo funcione fluido, no haya mensajes de “poca memoria” ni tirones constantes, ese alto uso de RAM por parte de System suele ser un comportamiento esperado y beneficioso, no un error que haya que “arreglar”.

Causas habituales de un uso anómalo de RAM en reposo

Aun descontando lo anterior, hay situaciones en las que Windows puede estar consumiendo mucha más memoria de la razonable estando prácticamente en reposo. Algunos motivos frecuentes son:

• Falta de actualizaciones de Windows que corrigen fugas de memoria, bugs en servicios del sistema o problemas con la memoria comprimida.
• Controladores de dispositivos desactualizados o conflictivos, sobre todo de gráfica, red, chipset o almacenamiento.
• Programas residentes innecesarios que se cargan al inicio y se quedan en segundo plano sin que te des cuenta.
• Herramientas “optimizadoras” y suites de mantenimiento que, en vez de ayudar, añaden servicios y procesos que acaban consumiendo más RAM.
• Malware, adware o software no deseado que se ejecuta permanentemente y se come recursos.
• Mala configuración de la memoria virtual o del archivo de paginación, con tamaños ridículos o en discos muy lentos.
• Errores en el sistema de archivos o sectores dañados en el disco duro, que obligan a Windows a trabajar más de la cuenta.
• Módulos de RAM defectuosos o incompatibilidades de hardware, menos frecuentes pero posibles.

También influye la cantidad de RAM total instalada. En un equipo nuevo con 16 GB es normal ver consumos en reposo de 3, 4 o 4,5 GB sin hacer nada “especial”. Otra cosa es un PC con solo 4 GB, donde el simple hecho de abrir el navegador y un antivirus puede dejarte con poco margen de maniobra y dar la sensación de que Windows “se los come todos”.

Cómo comprobar quién se está comiendo tu memoria

Para saber si el consumo de RAM en reposo es razonable o hay algo fuera de lugar, conviene combinar varias herramientas que ofrece el propio sistema. No hace falta instalar nada raro para tener una imagen bastante clara de qué ocurre.

El primer paso, como ya hemos comentado, es el מנהל המשימות. Desde la pestaña “Procesos” puedes ordenar por Memoria y ver de un vistazo qué aplicaciones y servicios son los que más RAM están usando. Si detectas un programa que no usas y figura arriba del todo, ya tienes un candidato para cerrar o desinstalar.

Para un análisis más fino, Windows incorpora el Monitor de recursos. Puedes abrirlo desde Ejecutar (Win + R) כְּתִיבָה perfmon /res y, tras unos segundos, ir a la pestaña “Memoria”. Ahí verás detalles como memoria en uso, reservada, en espera, libre, así como qué procesos están generando más presión sobre la RAM.

Otra cifra importante que no conviene olvidar es la memoria reservada para hardware, que reduce la RAM disponible para el sistema. Puedes revisarla también en las herramientas de rendimiento de Windows; si es anormalmente alta, puede indicar ajustes de BIOS/UEFI o configuraciones de gráfica integrada que merecen un vistazo.

Actualizar Windows y los controladores: la base para evitar problemas de memoria

Antes de meterte en configuraciones avanzadas, conviene asegurar que el sistema está totalmente actualizado. Muchas veces, una simple tanda de parches de Windows Update corrige fugas de memoria, errores en servicios del sistema o problemas en el manejador de memoria comprimida.

Para hacerlo, entra en הגדרות > עדכון ואבטחה > Windows Update y pulsa en “Buscar actualizaciones”. Deja que el sistema descargue e instale todo lo pendiente, reinicia, y vuelve a hacer la búsqueda hasta que no quede nada, incluyendo las Actualizaciones opcionales, que a menudo incluyen drivers importantes.

En paralelo, es buena idea actualizar los controladores de los principales componentes desde la web oficial del fabricante de tu equipo o de cada pieza (placa base, tarjeta gráfica, etc.). En Windows 10 y 11, tener los drivers de chipset, almacenamiento, red y GPU al día marca la diferencia en estabilidad y consumo de recursos.

Si acabas de cambiar hardware importante —por ejemplo, pasar de una placa base A320 a una B550 para aprovechar mejor una gráfica como la RX 6500 XT—, actualizar todos los controladores es casi obligatorio. Un cuello de botella o un driver mal instalado puede desembocar en tirones en juegos y memoria casi al límite בתארים תובעניים.

Inicio limpio: detectar conflictos de software y procesos innecesarios

Cuando sospechas que alguna aplicación está provocando un uso anómalo de RAM pero no sabes cuál, una técnica muy útil es hacer un אתחול נקי של Windows. Se trata de arrancar el sistema solo con los servicios y controladores imprescindibles de Microsoft, desactivando temporalmente los de terceros.

El procedimiento completo está detallado en la web de soporte de Microsoft (artículo de cómo realizar un inicio limpio), pero la idea general es usar msconfig y el Administrador de tareas para desactivar todo lo que no sea crítico. Tras reiniciar, observas el consumo de memoria en reposo; si baja de forma significativa, ya sabes que el problema viene de algún programa o servicio adicional.

Desde ahí, el truco está en ir reactivando aplicaciones y servicios por grupos hasta detectar cuál dispara otra vez el uso de memoria. Es un proceso un poco pesado, pero muy efectivo para cazar conflictos o programas mal diseñados que se tragan la RAM sin que sepas muy bien por qué.

En este análisis es importante fijarse en si usas suites “todo en uno” de mantenimiento, antivirus muy pesados o herramientas que prometen optimizar Windows. Muchas de ellas añaden servicios residentes, actualizadores en segundo plano y módulos de monitorización que acaban consumiendo más de lo que aportan.

Ajustar disco, sistema de archivos y rendimiento general

Aunque la RAM es el foco principal, el estado de tu disco (HDD o SSD) y del sistema de archivos puede influir indirectamente en el rendimiento y en cómo se percibe el uso de memoria. Si el disco va mal, el sistema parece “tragarse” la RAM porque todo responde con retraso.

En discos mecánicos, ejecutar de vez en cuando la desfragmentación y optimización de unidades ayuda a que los accesos sean más ordenados. Puedes abrirla desde “dfrgui” en la ventana Ejecutar, seleccionar la unidad (normalmente C:) y pulsar “Optimizar”. En SSD modernos, Windows ya gestiona la optimización, pero no está de más comprobar que se ejecuta periódicamente.

Otra opción es ajustar Windows para priorizar el rendimiento frente a efectos visuales. Desde “Este equipo > Propiedades > Configuración avanzada del sistema > Rendimiento”, puedes elegir “Ajustar para obtener el mejor rendimiento”. Se pierden transparencias y animaciones, pero se gana algo de agilidad y se reduce ligeramente la carga sobre memoria y CPU.

Si sospechas de errores en el sistema de archivos o fallos en particiones, herramientas de terceros como מאסטר מחיצות EaseUS permiten comprobar y reparar estructuras dañadas. Muchos problemas de “equipo lento que parece que se queda sin RAM” vienen en realidad de discos con errores, no de la memoria en sí.

Sea con EaseUS o con las herramientas de Windows (como chkdsk), es recomendable revisar tus unidades si detectas comportamientos erráticos, cuelgues o accesos muy lentos al disco acompañados de un uso de RAM aparentemente alto.

Configurar correctamente la memoria virtual y el archivo de paginación

La זיכרון וירטואלי es una extensión de la RAM sobre el disco. Windows usa el archivo de paginación (pagefile.sys) para guardar allí datos cuando la memoria física va justa. Configurarlo mal —por exceso o por defecto— puede desencadenar problemas cuando el sistema aprieta.

Para ajustar la memoria virtual puedes בצע את השלבים הבאים:

• Clic derecho en “Este equipo” > “Propiedades” > “Configuración avanzada del sistema”.
• En la pestaña “Avanzado”, botón “Configuración…” en el apartado “Rendimiento”.
• De nuevo “Avanzado” y, en “Memoria virtual”, pulsa “Cambiar”.

Ahí puedes desmarcar “ניהול אוטומטי של גודל קובץ ההחלפה עבור כל הכוננים” y definir una configuración personalizada. Una práctica habitual es dejar la unidad del sistema (C:) sin archivo de paginación o con uno mínimo, y mover el grueso de la memoria virtual a otra unidad secundaria con tamaño fijo.

Como referencia, suele recomendarse un tamaño de archivo de paginación equivalente a aproximadamente el doble de la RAM física, aunque esto no es una regla rígida. En equipos con mucha RAM (16 GB o más) puede bastar con algo menos, y en equipos con poca memoria es mejor ser generosos para evitar mensajes de “memoria insuficiente”.

También existe un ajuste avanzado en el Registro para que Windows borre el archivo de paginación al apagar (modificando el valor ClearPageFileAtShutDown a 1). Esto libera memoria virtual en cada apagado a costa de tardar un poco más en cerrar el sistema. Es una opción más de mantenimiento, no una solución directa al alto consumo en reposo.

Servicios y ajustes avanzados: Superfetch, NDU y compañía

Algunos servicios de Windows pueden influir puntualmente en el uso de memoria. Conviene tener claro lo que se hace antes de tocar nada, pero en ciertos escenarios puede merecer la pena probar ajustes avanzados.

El servicio Superfetch (en versiones modernas llamado SysMain) se encarga de pre-cargar en memoria aplicaciones que usas a menudo, para que abran más rápido. En muchos equipos funciona bien, pero en otros puede provocar accesos intensivos a disco y una sensación de consumo alto de RAM. Puedes desactivarlo desde “services.msc”, buscando SysMain o Superfetch, deteniendo el servicio y estableciendo su tipo de inicio en “Deshabilitado”.

Otro ajuste más delicado es desactivar NDU (Network Data Usage Monitoring Driver) en el Registro, cambiando el valor de inicio a 4. Algunos usuarios reportan mejoras en consumo de memoria al hacerlo, pero también puede afectar al seguimiento del uso de red e incluso a la estabilidad de la conexión. Si pruebas esta vía y pierdes conectividad o notas comportamientos raros, conviene revertir el cambio al valor anterior.

En general, estos ajustes de servicios y Registro son para casos donde has descartado ya otras causas más comunes (programas residentes, malware, falta de actualizaciones, drivers, etc.) y buscas apurar un poco más la optimización.

Siempre que toques el Registro o desactives servicios del sistema, es recomendable crear un נקודת שיקום o anotar los valores originales, por si necesitas volver atrás sin complicaciones.

Comprobar la salud de la RAM: diagnósticos y MemTest

Si tras todas estas comprobaciones el equipo sigue comportándose de manera extraña —crashes aleatorios, מסכים כחולים, cuelgues al poco de arrancar o lecturas de memoria inestables—, hay que plantearse que pueda existir un problema físico con los módulos de RAM.

Windows incluye una herramienta integrada llamada אבחון זיכרון של Windows. Puedes lanzarla escribiendo mdsched.exe en el cuadro de búsqueda o en Ejecutar. El sistema te pedirá reiniciar y, antes de cargar Windows, realizará una serie de pruebas sobre la memoria instalada para detectar errores básicos.

Si quieres ir un paso más allá, existen utilidades específicas como מבחן זיכרון86, que se ejecutan desde un USB de arranque y someten la RAM a pruebas de estrés más intensivas y prolongadas. La descarga se realiza desde su web oficial (memtest86.com), teniendo cuidado con anuncios o descargas no deseadas.

Un solo error identificado por estas herramientas ya es motivo suficiente para sospechar de un módulo de RAM defectuoso o de problemas de compatibilidad entre módulos. En tal caso, lo ideal es probar los módulos de uno en uno, revisar que están correctamente colocados y, si persisten los errores, plantearse sustituir la memoria afectada.

Cuándo merece la pena ampliar la memoria RAM

Por mucha optimización que hagamos, hay situaciones en las que la mejor solución para el alto consumo de RAM es tan simple como añadir más memoria física. Si tu equipo tiene 4 GB y usas Windows 10 u 11 con antivirus, navegador con varias pestañas y alguna app pesada, es casi inevitable que la RAM se llene con facilidad.

Para valorar una ampliación, primero conviene comprobar el tipo, tamaño y velocidad de la memoria instalada. Desde “Este equipo > Propiedades” verás la cantidad total. En el Administrador de tareas, pestaña “Rendimiento > Memoria”, puedes ver además frecuencia (MHz), formato (DIMM, SO-DIMM) y número de ranuras ocupadas.

Con esos datos en la mano, ya puedes buscar un módulo compatible para llevar el equipo, por ejemplo, de 4 a 8 GB o de 8 a 16 GB. En muchos casos, ese salto de capacidad hace que el consumo de RAM en reposo deje de ser un problema y que los juegos y aplicaciones pesadas tengan margen suficiente para funcionar sin ir al límite constantemente.

Tras instalar nueva RAM, Windows la detectará automáticamente al arrancar. Notarás, en la práctica, que los porcentajes de uso de memoria en el Administrador de tareas bajan, aunque el consumo absoluto en GB siga pareciendo “alto”; lo importante es que ya no estarás rozando el 100% de forma constante.

En definitiva, tener más memoria instalada permite a Windows 10 y 11 aprovechar mejor sus mecanismos de caché y compresión, reduciendo el uso del archivo de paginación y eliminando muchos cuellos de botella que, de otro modo, se perciben como “Windows se traga toda la RAM en reposo”.

Entender cómo gestiona Windows la memoria ayuda a no alarmarse de más cuando el Administrador de tareas marca cifras aparentemente elevadas en reposo: una parte importante responde a estrategias pensadas para acelerar el sistema, no a errores. Aun así, si notas tirones, cuelgues o mensajes de poca memoria, revisar actualizaciones, drivers, programas residentes, configuración de memoria virtual, estado del disco y salud de la RAM, junto con la opción de ampliar módulos si vas justo, suele bastar para dejar el consumo de RAM bajo control y disfrutar de un equipo mucho más estable y fluido.