- EEUU fuerza la venta de las operaciones de TikTok en el país a un consorcio liderado por Oracle, Silver Lake y MGX para evitar su prohibición por motivos de seguridad nacional.
- La nueva empresa conjunta tendrá mayoría de capital y de control estadounidense, con una junta de siete miembros y competencias plenas sobre datos, algoritmos y moderación de contenido en EEUU.
- Los datos de usuarios de TikTok en Estados Unidos se almacenarán en sistemas gestionados por Oracle y el algoritmo se reentrenará con datos locales para reducir riesgos de injerencia externa.
- El acuerdo pone fin a años de tensiones políticas y legales entre Washington y Pekín, pero deja a Europa pendiente de cómo este modelo podría trasladarse o inspirar futuras regulaciones.
La larga batalla política y regulatoria en Estados Unidos en torno a ТикТок ha desembocado finalmente en un acuerdo histórico: la popular aplicación de vídeos cortos seguirá operando en territorio estadounidense, pero lo hará bajo una nueva estructura de propiedad con mayoría de capital local. Después de años de advertencias, amenazas de veto y negociaciones contrarreloj, Washington ha conseguido que la firma china ByteDance acepte una desinversión sustancial de su negocio en el país.
Este giro supone un precedente de enorme calado para el equilibrio de poder entre plataformas tecnológicas, gobiernos y seguridad de los datos, y se observa con especial atención desde Europa y España. Aunque el acuerdo afecta de forma directa solo a Estados Unidos, el modelo podría servir como referencia para futuros debates europeos sobre plataformas de origen extranjero, tratamiento de datos y control de algoritmos.
Un pulso geopolítico disfrazado de guerra de apps
La disputa en torno a TikTok no ha sido, en el fondo, un simple choque sobre una red social de moda, sino un enfrentamiento estratégico entre Estados Unidos y China por el control de los datos, los algoritmos y la influencia digital. Desde 2020, la plataforma se ha visto atrapada en un fuego cruzado de órdenes ejecutivas, leyes del Congreso y restricciones de exportación dictadas desde Pekín.
Ya con la Administración de Donald Trump se lanzó la primera gran ofensiva para prohibir TikTok en EEUU salvo que se vendieran sus activos locales. Aquella tentativa no llegó a consumarse, pero abrió la puerta a años de incertidumbre jurídica y empresarial que dejaron en el aire el futuro de la aplicación para sus más de 150 millones de usuarios en el país en aquel momento.
El relevo en la Casa Blanca no calmó las aguas. Bajo el mandato de Joe Biden, el Congreso aprobó en 2024 una norma que obligaba a ByteDance a desprenderse de la división estadounidense de TikTok antes de enero de 2025, bajo la amenaza de un apagón total. La empresa siempre negó haber cedido datos al Gobierno chino, pero las dudas en Washington persistieron.
Mientras tanto, desde China, las autoridades endurecían su papel con controles de exportación sobre tecnologías sensibles, entre ellas el algoritmo de recomendación de TikTok, verdadero corazón del negocio. Esos límites complicaron cualquier operación, ya que la salida de esa tecnología clave al extranjero requería autorización expresa de Pekín.
Entre prórrogas, órdenes ejecutivas sucesivas y mensajes contradictorios, el reloj siguió corriendo hasta que, según revelaron memorandos internos y filtraciones a medios estadounidenses, las partes comenzaron a perfilar un acuerdo que satisficiera las exigencias de seguridad nacional de Washington sin romper del todo los lazos con ByteDance.
La nueva TikTok en EEUU: una empresa conjunta con mayoría local
El resultado de esas negociaciones es la creación de una empresa conjunta estadounidense específica para operar TikTok en EEUU, construida sobre la base de la estructura ya existente TikTok US Data Security (USDS). Esta organización interna, que ya funcionaba como unidad separada, se convierte ahora en el núcleo de la nueva sociedad.
Los acuerdos firmados por ByteDance y TikTok con los inversores Oracle, Silver Lake y MGX son vinculantes y contemplan que el 50% del capital de la nueva entidad quede en manos de un consorcio de nuevos inversores, entre ellos las tres firmas mencionadas con un 15% cada una. Ese bloque de socios estadounidenses y aliados se erige como el accionista principal y tendrá un peso determinante en las decisiones estratégicas.
El resto del accionariado se divide en dos tramos: por un lado, filiales de algunos de los actuales inversores de ByteDance controlarán aproximadamente el 30,1 %; por otro, la propia ByteDance mantendrá un 19,9 %. De este modo, la matriz china no desaparece del mapa, pero su influencia formal queda claramente limitada frente a la mayoría de capital estadounidense.
El diseño de gobierno corporativo también se ha adaptado a las exigencias de Washington. La nueva empresa conjunta contará con un consejo de administración compuesto por siete miembros, con mayoría de ciudadanos estadounidenses. Esta junta tendrá autoridad expresa sobre áreas consideradas críticas: protección de datos de los usuarios, seguridad de los algoritmos, moderación de contenidos y garantía del software que opera en suelo estadounidense.
Sobre el papel, la reorganización permite a los reguladores estadounidenses afirmar que la TikTok que funcione en su territorio será, a todos los efectos prácticos, una entidad separada, bajo marco jurídico y control corporativo de EEUU, aunque conectada operativamente con la red global para funciones como publicidad o comercio electrónico.
Datos bajo llave estadounidense y algoritmo reentrenado
Uno de los puntos más sensibles del acuerdo es el destino de la información de los usuarios. Según el esquema pactado, todos los datos de usuarios estadounidenses se almacenarán en sistemas gestionados por Oracle dentro de Estados Unidos. Esta compañía, ya socia de TikTok en servicios de nube, asume un rol central como guardián tecnológico.
El objetivo declarado es que el tratamiento de los datos tenga una supervisión local verificable, de manera que se dificulte cualquier acceso no autorizado desde otros países. Washington pretende así responder a las críticas recurrentes de que la información de millones de usuarios podía acabar en manos de las autoridades chinas.
El otro gran frente es el algoritmo de recomendación, pieza clave que determina qué contenidos ve cada usuario y que, según los críticos, podría utilizarse para influir en la opinión pública de forma opaca. El acuerdo recoge que este sistema se reentrenará con datos de usuarios de EEUU, una medida que afectará a cómo los usuarios pueden intentar cambiar su FYP en TikTok, bajo la protección y supervisión de Oracle, con la premisa de evitar manipulaciones externas.
Además, la nueva empresa conjunta asumirá la moderación de contenido y la aplicación de políticas internas dentro del país. Esto implica controlar los flujos de información que circulan por la plataforma en Estados Unidos, siempre bajo el paraguas normativo local y sujeto a las presiones políticas habituales sobre qué se considera contenido aceptable.
Mientras tanto, TikTok Global y otras entidades estadounidenses dentro del grupo se encargarán de la interoperabilidad de productos y de ciertas líneas de negocio como la publicidad, el comercio electrónico y el marketing a escala internacional. Esta partición funcional pretende equilibrar las obligaciones regulatorias de EEUU con la necesidad de mantener un ecosistema global coherente.
Años de tensión, prórrogas e incertidumbre para usuarios y creadores
El camino hasta llegar a este acuerdo ha sido todo menos sencillo. Durante años, la continuidad de TikTok en Estados Unidos ha pendido de un hilo, con fechas límite que se posponían una y otra vez mediante órdenes ejecutivas y decisiones administrativas, mientras se negociaba a puerta cerrada.
En los primeros compases, la Administración Trump llegó a fijar plazos concretos para el «apagón» de la app si la propiedad no se transfería a manos mayoritariamente estadounidenses. Algunas de esas fechas se cumplieron técnicamente, con interrupciones breves del servicio, para luego encadenar nuevas extensiones mientras se buscaba una salida política y empresarial aceptable.
El Congreso, con apoyo bipartidista, acabó cristalizando esas presiones en una ley que ligaba directamente la continuidad de TikTok a su desvinculación efectiva de ByteDance, especialmente en lo referido al algoritmo de recomendación. La norma llegó a contemplar que cualquier solución debía asegurar que ese sistema no siguiera bajo control chino.
Incluso después de aprobar el texto legal, la historia no se estabilizó. Hubo múltiples anuncios de acuerdos preliminares, algunos de ellos celebrados públicamente por la Casa Blanca como grandes victorias, que luego se deshicieron cuando las posiciones de Washington y Pekín volvieron a chocar por aranceles, tecnología o influencia digital.
Todo ello se ha producido mientras la base de usuarios de TikTok en EEUU no dejaba de crecer. En pocos años, la plataforma ha pasado de ser una curiosidad entre adolescentes a un canal central de consumo de contenidos para adultos jóvenes y marcas. Informes recientes sitúan el uso de la aplicación en torno a un 37 % de los adultos estadounidenses, con picos de adopción muy elevados entre la población de 18 a 29 años. Esto genera inquietud entre usuarios y creadores sobre la continuidad y las prácticas de gestión de contenidos.
Impacto para España y Europa: un laboratorio regulatorio a observar de cerca
Aunque este rediseño jurídico y operativo de TikTok se circunscribe a Estados Unidos, sus efectos se notan mucho más allá de sus fronteras. Europa y España observan con atención este experimento regulatorio, en un momento en que Bruselas ya ha endurecido el tono con las grandes tecnológicas a través de leyes como la DSA (Ley de Servicios Digitales) y la DMA (Ley de Mercados Digitales).
La idea de obligar a una plataforma extranjera a escindir sus operaciones nacionales y crear una entidad local bajo control mayoritario podría entrar en futuros debates europeos, especialmente en ámbitos relacionados con datos sensibles, inteligencia artificial y desinformación. Aunque de momento la UE ha optado por mecanismos de supervisión y sanciones, el caso TikTok en EEUU ofrece una hoja de ruta alternativa.
Además, este movimiento se produce en paralelo a un debate europeo sobre cómo deben tratarse los algoritmos que influyen en el discurso público, especialmente entre los más jóvenes. TikTok, con su potente sistema de recomendación y su penetración en audiencias adolescentes, se ha convertido en un caso de estudio recurrente para reguladores y académicos.
La forma en que Estados Unidos ha exigido garantías específicas sobre almacenamiento local de datos y supervisión del algoritmo refuerza las posiciones de quienes, en la UE, piden mayor transparencia algorítmica, auditorías independientes y capacidad de los usuarios para entender y controlar cómo se les recomiendan contenidos.
El nuevo marco que permitirá a TikTok seguir operando en Estados Unidos dibuja un escenario en el que la geopolítica, la regulación tecnológica y el negocio digital se entrecruzan de forma cada vez más evidente. La venta parcial del negocio estadounidense a un consorcio liderado por Oracle, Silver Lake y MGX no solo resuelve, al menos por ahora, la amenaza de prohibición, sino que convierte a la app en un símbolo de cómo los Estados buscan recuperar cuotas de control sobre plataformas globales. Para Europa y España, el caso se ha transformado en un banco de pruebas del que tomar nota ante futuros conflictos entre soberanía digital, intereses comerciales y derechos de los usuarios.
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