- Warner Music Group y Suno pasan del enfrentamiento legal a una joint venture con licencias para modelos de IA musical.
- En 2026 se lanzarán nuevos modelos avanzados y bajo licencia que sustituirán por completo a la versión actual de Suno.
- Artistas y compositores de Warner tendrán control de opt-in sobre uso de su voz, nombre, imagen y obras en la música generada con IA.
- Suno impondrá límites de descarga y fin de las descargas gratuitas masivas, y ha comprado Songkick para unir IA musical y conciertos.
Hukama huri pakati Warner Music Group y la plataforma de IA Suno ha dado un giro radical en muy poco tiempo. Lo que empezó como una batalla legal por el uso de catálogos musicales para entrenar algoritmos ha terminado convirtiéndose en una alianza estratégica que reordena el tablero de la música generada por inteligencia artificial.
Este movimiento llega en un momento en el que la industria musical europea y global intenta encajar el auge de las generative AI zvishandiso. Las grandes discográficas buscan fórmulas para aprovechar estas tecnologías sin renunciar a la protección de los derechos de autor ni a una compensación razonable para artistas y compositores.
Del litigio por derechos de autor a la alianza estratégica
Munguva ye2024, Yambiro Music Boka (WMG), junto con Sony Music y Universal Music Group, demandó a Suno y a su competidora Udio por supuesta infracción masiva de copyright, acusándolas de copiar cientos de grabaciones protegidas para entrenar sus sistemas de IA sin permisos ni pago de licencias.
La acusación señalaba que estos modelos podían generar música que competiría directamente con los artistas humanos, depreciando el valor de su trabajo y saturando las plataformas de streaming con contenido sintético difícil de distinguir de las canciones creadas por personas. Las discográficas reclamaban daños millonarios y advertían de un riesgo claro para todo el ecosistema creativo.
Suno y Udio, por su parte, defendieron que el uso de grabaciones protegidas para entrenar los modelos constituía un uso legítimo según la legislación estadounidense, y presentaron las demandas como intentos de frenar la competencia independiente. Mientras tanto, las presiones de organizaciones de artistas, como la Artist Rights Alliance, y figuras como Elton John o Paul McCartney, mantenían vivo el debate sobre el impacto real de la IA en la autoría.
Con el nuevo acuerdo anunciado, Warner y Suno cambian de guion: el conflicto civil queda resuelto y se abre una etapa de colaboración regulada mediante licencias. WMG se convierte así en la primera gran discográfica en formalizar una asociación de este calibre con Suno, que es uno de los actores más relevantes de la IA musical a nivel mundial.
Una «empresa conjunta» y modelos de IA licenciados para 2026
El pacto contempla la creación de una empresa conjunta entre Warner Music Group y Suno, así como el desarrollo de una nueva generación de modelos de inteligencia artificial entrenados con contenido bajo licencia. Esos sistemas sustituirán por completo a los modelos actuales de la plataforma. Según han explicado ambas compañías, en 2026 Suno pondrá en marcha modelos más avanzados y plenamente licenciados, construidos sobre el catálogo de WMG y de aquellos artistas que decidan participar.
Robert Kyncl, consejero delegado de Warner Music Group, ha calificado el acuerdo como una “victoria para la comunidad creativa”, subrayando que la IA solo podrá ser una aliada si se asienta sobre dos pilares básicos: licencias claras y respeto al valor económico de la música, tanto dentro de Suno como fuera de la plataforma.
Desde la compañía insisten en que el objetivo no es solo cerrar un conflicto, sino abrir nuevas fuentes de ingresos para artistas y compositores, y habilitar formas diferentes de creación, interacción y descubrimiento musical, manteniendo salvaguardas legales y contractuales.
Control de los artistas: opt-in para voces, nombres e imágenes
Una de las cláusulas más sensibles del acuerdo es la que afecta al uso de la identidad artística: voces, nombres, imágenes y semejanzas. Warner y Suno han reiterado que los creadores tendrán la última palabra sobre si permiten que estos elementos se utilicen en la música generada por IA.
El sistema se basará en un modelo de opt-in obligatorio: solo los artistas y compositores que otorguen un consentimiento explícito podrán ver su voz, su nombre o sus composiciones involucradas en las creaciones que se generen en la plataforma. No se tratará, por tanto, de un permiso por defecto, sino de una decisión individual.
En la práctica, esto significa que los fans podrán crear pistas inspiradas en voces y obras de artistas de Warner, pero únicamente si estos han autorizado ese uso. Para la industria europea, donde los debates sobre el derecho a la voz y la imagen están muy presentes, este enfoque puede convertirse en un referente de buenas prácticas.
Las compañías recalcan además que los creadores podrán decidir en qué condiciones se emplean sus materiales, reforzando así la idea de que la IA debe funcionar como una herramienta complementaria y no como un sustituto unilateral del trabajo humano.
Cambios profundos en el modelo de negocio de Suno
El pacto con Warner también obliga a Suno a replantear el funcionamiento de su plataforma, en particular en lo relativo a la distribución y descarga de la música generada. La compañía introducirá límites claros con el fin de evitar un uso descontrolado de los contenidos.
A partir de la implantación de los nuevos modelos licenciados, las descargas dejarán de ser ilimitadas en las cuentas gratuitas. Las canciones creadas en el nivel sin coste podrán reproducirse y compartirse, pero no se podrán descargar libremente como hasta ahora, donde solo existía un sistema de tokens que limitaba el número de creaciones diarias.
Los usuarios de pago seguirán pudiendo descargar audio, pero con cuotas mensuales de descarga y la opción de pagar por paquetes adicionales si superan ese límite. La idea es contener la avalancha de archivos generados por IA que podrían inundar servicios de streaming y redes sociales sin ningún tipo de control.
La única excepción será Suno Studio, la herramienta de creación más avanzada, que mantendrá descargas ilimitadas para quienes la usen de forma intensiva. Con esta segmentación, la empresa busca equilibrar creatividad, sostenibilidad económica y respeto por los catálogos licenciados.
Songkick, conciertos en vivo y nuevas experiencias para fans
Como parte de la operación, Suno ha comprado Songkick, la plataforma de descubrimiento de conciertos que hasta ahora pertenecía a Warner Music Group. Esta adquisición añade una capa interesante a la estrategia de ambas compañías.
La integración de Songkick permitirá explorar fórmulas que combinen creación musical interactiva por IA y música en directo. En el medio plazo, podrían aparecer experiencias en las que los fans descubran conciertos en Europa o España a partir de canciones generadas con Suno, o campañas en las que artistas promocionen giras apoyándose en contenidos creados con estos modelos.
Para Warner, desprenderse de Songkick no supone perder presencia en el directo, sino reubicar ese activo en un ecosistema de servicios más amplio, en el que la IA no solo genera música, sino que conecta audiencias, conciertos y nuevas formas de participación de los seguidores.
Este movimiento encaja con la línea que está siguiendo el sector musical europeo, donde cada vez más promotores y sellos experimentan con herramientas digitales para dinamizar la asistencia a eventos físicos y reforzar el vínculo entre artista y público.
Un contexto de tensión global entre IA y derechos de autor
El acuerdo Warner-Suno no se produce en el vacío. Llega en pleno clima de fricción entre las grandes tecnológicas de IA y los reguladores, especialmente en Europa y parte de Asia, donde se discute cómo encajar el entrenamiento de modelos con bases de datos que incluyen obras protegidas.
En el caso de la música, las principales discográficas están intentando blindar sus catálogos en un entorno en rápida transformación, donde proliferan grupos ficticios creados con IA, imitaciones de voces conocidas y canciones que muchos oyentes no saben si han sido compuestas por una persona o por un algoritmo.
Mientras tanto, acuerdos como el que Warner y Universal han firmado con Udio, rival directo de Suno, o los tratos con otras startups de IA musical, muestran que las majors han optado por una vía pragmática: pasar de la resistencia frontal a la asimilación de la disrupción, pero bajo sus propias reglas.
Diversas organizaciones de artistas, entre ellas la Music Artists Coalition fundada por Irving Azoff, han expresado sus reservas. Temen que el discurso de la colaboración acabe dejando a los creadores en un segundo plano, con poca capacidad de negociación real dentro de estos nuevos marcos de licencias.
Inogona kukanganisa muSpain neEurope
Para el mercado español y europeo, la alianza entre Warner Music y Suno actúa como laboratorio de referencia sobre cómo podrían estructurarse los acuerdos entre sellos, plataformas de IA y titulares de derechos en la región.
La Unión Europea prepara y adapta normativas sobre IA, copyright y protección de datos, y cualquier fórmula que combine entrenamiento de modelos, licencias explícitas y sistemas de opt-in será observada de cerca por legisladores, entidades de gestión y asociaciones profesionales.
Sociedades autorales europeas como GEMA en Alemania o Koda en Dinamarca, que ya han mostrado su preocupación por el uso no autorizado de repertorios en modelos de IA, podrían utilizar este tipo de pactos como punto de partida para negociar marcos similares, más adaptados al sistema de gestión colectiva propio del continente.
En el caso concreto de España, donde la sensibilidad respecto a los derechos de autor es alta y la industria musical vive un momento de fuerte presencia en plataformas globales, los artistas y sellos medianos observarán cómo se traduce este modelo de licencias y control creativo en oportunidades o riesgos para su trabajo diario.
Lo que deja claro la alianza entre Warner Music Group y Suno es que la música creada con inteligencia artificial ha pasado de ser un experimento incómodo a un frente estratégico donde se negocian licencias, modelos de negocio y cuotas de poder; el giro de enemigo a socio, con nuevos modelos licenciados, sistemas de opt-in para artistas y límites a las descargas, marca un cambio de etapa en el que la industria intenta integrar la IA sin renunciar al control sobre su catálogo ni al valor del trabajo humano.
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