- Las personas inhalan hasta 68.000 microplásticos al día, especialmente en espacios interiores como viviendas y automóviles.
- Las partículas más pequeñas pueden penetrar profundamente en los pulmones y transportar sustancias tóxicas a otros órganos.
- Las fuentes principales son la degradación de objetos plásticos en interiores: alfombras, textiles, pinturas, muebles y piezas de coches.
- Expertos recomiendan reducir el uso de plásticos y ventilar los espacios para minimizar la exposición y los posibles daños a la salud.
Inhalar microplásticos se ha convertido en parte de nuestra vida diaria, aunque la mayoría de la población ni siquiera sea consciente de ello. Numerosos estudios han demostrado que estas partículas, invisibles a simple vista, flotan en el aire que respiramos, no solo en el medio ambiente exterior, sino especialmente dentro de casas, oficinas y coches, donde pasamos la mayor parte del tiempo.
La magnitud del problema de los microplásticos en el aire ha quedado al descubierto tras una investigación realizada por científicos de la Universidad de Toulouse. Utilizando tecnología avanzada capaz de detectar partículas extremadamente pequeñas, se ha revelado que la cantidad de microplásticos que inhalamos es hasta 100 veces superior a lo estimado previamente. En algunos casos, una persona adulta puede llegar a respirar hasta 68.000 partículas de microplásticos al día, una cifra que supera ampliamente las anteriores proyecciones y pone de manifiesto la urgencia de abordar este fenómeno.
¿De dónde salen los microplásticos que respiramos?
Los principales emisores de microplásticos en espacios interiores son objetos cotidianos que utilizamos diariamente. Alfombras, cortinas, tapizados, suelos vinílicos, muebles, textiles sintéticos, pinturas e incluso las piezas plásticas de los automóviles se degradan con el tiempo y liberan diminutas partículas a la atmósfera interior. La exposición resulta inevitable: pasamos alrededor del 90% de nuestro día en espacios cerrados, donde la ventilación suele ser limitada y la concentración de estas partículas puede alcanzar valores elevados.
Según el análisis llevado a cabo por el equipo de investigación, en el aire de una vivienda se encontraron alrededor de 528 partículas de microplásticos por metro cúbico, mientras que en el interior de los coches la cifra ascendía a 2.238 por metro cúbico. El tamaño de la mayoría de estas partículas es inferior a 10 micrómetros, lo que significa que pueden penetrar profundamente en las vías respiratorias llegando hasta los pulmones y, potencialmente, incorporarse al torrente sanguíneo y otros órganos.
La mayor parte de estos residuos proviene de la degradación o el desgaste de objetos plásticos. Los tejidos sintéticos como el poliéster y el poliamida, presentes en ropa y tapizados de vehículos, son factores clave. El calor, la fricción, el uso diario y la exposición solar aceleran la liberación de microplásticos, una situación que se agrava en los automóviles al ser espacios reducidos y menos ventilados.
¿Qué riesgos implican para la salud estos microplásticos?
Aunque la investigación médica aún continúa, se sabe que las partículas más finas pueden eludir los sistemas de defensa naturales de nuestras vías respiratorias, instalarse en las zonas más profundas de los pulmones y llegar a otros órganos. Los expertos advierten que los microplásticos pueden transportar aditivos químicos nocivos como bisfenoles, ftalatos o compuestos bromados. Estos contaminantes están relacionados con problemas respiratorios, alteraciones endocrinas, enfermedades cardiovasculares, infertilidad y algunos tipos de cáncer.
Se han detectado microplásticos en la sangre, el cerebro, la placenta, la leche materna y, más recientemente, en arterias humanas y tejidos pulmonares. Aunque aún se desconoce la magnitud exacta del daño en humanos, el tamaño extremadamente reducido de estas partículas aumenta su peligrosidad, ya que son capaces de atravesar barreras biológicas con facilidad.
Los estudios en animales han demostrado que la exposición continuada a microplásticos puede provocar inflamación y daños en las células pulmonares, e incluso contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas. Además, la investigación más reciente demuestra que aquellos que tienen microplásticos en determinadas arterias presentan un mayor riesgo de sufrir eventos cardiovasculares.
Cómo minimizar la exposición a los microplásticos en el aire
Aunque actualmente resulta imposible vivir completamente libre de microplásticos, se pueden adoptar medidas para reducir la exposición, sobre todo en el hogar y en los vehículos. Entre las recomendaciones más extendidas destacan:
- Ventilar habitaciones y aspirar el polvo con regularidad para eliminar partículas en suspensión y acumuladas en superficies.
- Evitar textiles, alfombras y cortinas de fibras sintéticas. Los materiales naturales como el algodón, lino o la lana son preferibles tanto en prendas de vestir como en la decoración del hogar.
- Reducir el uso de plásticos de un solo uso, como bolsas y botellas, y preferir recipientes y utensilios de vidrio o metal, especialmente para almacenar y calentar alimentos.
En el caso de los coches, una buena ventilación y una limpieza frecuente pueden reducir la concentración de microplásticos. Pedir que la ropa de la tintorería se entregue en bolsas de tela reutilizables y llevar objetos reutilizables al trabajo (como tazas o cubiertos) son otras pequeñas acciones que pueden marcar la diferencia.
El reto global del plástico y la importancia de la investigación
La invasión de los microplásticos es un tema que preocupa cada vez más a la comunidad científica y a los organismos internacionales. Actualmente, la producción mundial de plásticos supera los 400 millones de toneladas al año y su reciclaje apenas llega al 10%, según advierte la OPS. Por ello, se están promoviendo negociaciones y tratados en el ámbito internacional para limitar la fabricación de plásticos, fomentar un reciclaje más eficiente y apoyar el diseño de productos menos contaminantes.
Los expertos coinciden en la importancia de seguir investigando para conocer el alcance real de la exposición a microplásticos y su impacto en la salud humana y ambiental. El desarrollo de tecnologías de detección de partículas cada vez más pequeñas, como los nanoplásticos, será clave para entender los riesgos y diseñar estrategias eficaces de prevención y control.
Para frenar la presencia de microplásticos en nuestro entorno, la responsabilidad individual y colectiva sigue siendo fundamental. Apostar por hábitos más sostenibles, informarse y apoyar iniciativas ecológicas puede ayudar, poco a poco, a reducir una contaminación invisible pero omnipresente.
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