- Max pasa a ser de instalación obligatoria en móviles y tabletas vendidos en Rusia desde el 1 de septiembre.
- La app, creada por VK, sustituye a VK Messenger y suma 18 millones de registros, con integración de servicios públicos.
- El regulador restringe las llamadas de WhatsApp y Telegram y exige RuStore preinstalada también en dispositivos Apple.
- El plan genera críticas por privacidad y se reportan primeros casos de fraude vinculados al uso de Max.
Rusia ha dado luz verde a la preinstalación de Max en todos los teléfonos y tabletas que se vendan en el país, un paso que refuerza su estrategia de soberanía digital y reordena el mapa de la mensajería. La medida llega en un momento de fuerte tensión con plataformas extranjeras y de mayor intervención sobre el espacio online.
El anuncio no llega aislado: el regulador ha limitado las llamadas de voz de WhatsApp y Telegram y exigirá la presencia por defecto de la tienda RuStore también en dispositivos Apple. Sobre la mesa se abre un debate evidente entre seguridad, control y privacidad que marcará el día a día de millones de usuarios.
Qué es Max y qué cambia
El Gobierno ha confirmado que Max entra en la lista de apps de preinstalación obligatoria desde el 1 de septiembre y que sustituirá a VK Messenger en el paquete de software que debe venir de serie en los dispositivos electrónicos.
Lanzada en marzo por el grupo VK, Max combina mensajería, llamadas y pagos, y prevé módulos adicionales (por ejemplo, reservas de viajes), además de integrarse con servicios estatales. Según datos citados por TASS, la plataforma ronda los 18 millones de registros desde su estreno.
La aplicación ganó un concurso público y aspira a convertirse en un servicio multifuncional que centralice comunicación, trámites y, potencialmente, identificación. En paralelo, se ha instado a funcionarios y legisladores a migrar canales desde Telegram hacia Max, alineando la comunicación institucional.
Este movimiento se apoya en la ley aprobada en 2021 que exige software nacional preinstalado en móviles, tabletas y ordenadores. Las autoridades defienden que así se fomenta el acceso a comunicaciones “seguras” y se reduce el fraude, mientras que voces críticas temen el efecto arrastre sobre la libertad online.
Golpe a WhatsApp y Telegram y cambios en las tiendas de apps
Roskomnadzor ha impuesto restricciones a las llamadas de voz de WhatsApp y Telegram, con quejas generalizadas de ruidos y cortes. El regulador asegura que restaurará la función solo si se acatan las normas nacionales, un escenario que las empresas ven complicado por su política de cifrado.
En Rusia, WhatsApp supera los 90 millones de usuarios y Telegram ronda cifras similares. Ambas defienden el cifrado de extremo a extremo, mientras las autoridades sostienen que esta protección obstaculiza pesquisas sobre delitos como estafas o terrorismo.
Investigadores de derechos digitales y analistas de política tecnológica describen una presión sostenida para empujar a la población hacia Max. En su diagnóstico, si no hay alternativa real a funciones críticas (como las llamadas), el trasvase será cuestión de tiempo.
El cierre del círculo incluye a RuStore: la tienda de apps rusa deberá preinstalarse también en dispositivos Apple, cuando hasta ahora su obligatoriedad se limitaba a Android. Con ello, el Estado controla no solo la mensajería, sino también el canal principal de distribución de software.
En el salón, la aplicación Lime HD TV se integrará por defecto desde el 1 de enero, ofreciendo acceso a canales estatales en televisores inteligentes. El resultado es un ecosistema más cohesionado y dependiente de soluciones locales.
Privacidad, vigilancia y primeros incidentes
Organizaciones y expertos han comparado Max con el modelo de la china WeChat, donde la mensajería convive con pagos y servicios públicos, y advierten de posibles riesgos de vigilancia. Medios rusos niegan las acusaciones y aseguran que Max solicita menos permisos que competidores extranjeros.
Documentación y reportes señalan que Max se integrará con el portal de servicios estatales y funciones de identificación, e incluso se ha mencionado su posible uso en sistemas de voto electrónico. La convergencia de identidad y mensajería eleva el listón de la protección de datos.
Investigadores apuntan que la app podría recopilar metadatos y datos de ubicación, así como información del dispositivo, mientras que para registrarse sería necesaria una SIM rusa o bielorrusa. Las autoridades insisten en que el objetivo es seguridad y lucha contra el fraude.
Ya se han conocido primeros incidentes de estafa vinculados al uso de Max: el Ministerio del Interior informó de un primer detenido por fraude y, en otro caso, medios locales reportaron el timo de 2,5 millones de rublos a una jubilada en San Petersburgo.
En el plano corporativo, Max es obra de VK, grupo con control estatal. La compañía fue cofundada en su día por Pável Dúrov, que abandonó en 2014, y hoy su dirección recae en Vladímir Kiriyenko, lo que subraya el peso público en el desarrollo del ecosistema.
El despliegue forzoso de Max, la exigencia de RuStore y los límites a WhatsApp y Telegram dibujan una nueva etapa en la que el Estado gana capacidad de supervisión, mientras la ciudadanía valora utilidad, confianza y margen de elección ante una plataforma llamada a ser omnipresente.
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