- Sony comercializa el Xperia 10 VII sin cargador ni cable USB: solo viene el teléfono en la caja.
- El argumento oficial apela a la sostenibilidad y la estandarización de USB-C, pero también hay ahorro de costes.
- Apple ya había quitado el cable en accesorios como AirPods 4 y Pro 3; en iPhone aún incluye uno.
- La desaparición del jack y la compra de cables de baja calidad dibujan riesgos en un futuro cada vez más inalámbrico.
La industria del smartphone ha dado otro paso hacia los móviles sin cables: ya no se trata solo de quitar el cargador de la caja, ahora incluso desaparecen los propios cables. La jugada más reciente llega de Sony con un movimiento llamativo en el empaquetado de su último teléfono.
Este cambio vuelve a encender el debate entre discurso ecológico y ahorro de costes. Los fabricantes insisten en la reducción de residuos y el aprovechamiento de accesorios que ya tenemos en casa, mientras parte de los usuarios percibe una estrategia para recortar gastos y potenciar la venta de complementos.
De quitar el cargador a quitar el cable: el nuevo paso
En 2020, Apple abrió una etapa al vender el iPhone 12 sin adaptador de corriente, apoyándose en la estandarización de USB‑C y las ventajas logísticas de cajas más pequeñas. Aquella decisión marcó el ritmo: menos accesorios en la caja como nuevo «normal» del sector.
El resto no tardó en seguir. Hubo pruebas por mercados: por ejemplo, OnePlus llegó a vender el Nord CE4 Lite 5G sin cargador en España mientras lo mantenía en India. Y Realme ya avisó en 2022 con el narzo 50A Prime que su apuesta pasaba por quitar el adaptador, citando la sostenibilidad como motivo principal.
Ahora el listón sube un peldaño: Sony comercializa el Xperia 10 VII sin cargador y sin cable USB. Es, de facto, el primer smartphone de gran marca que llega sin ningún accesorio de carga. Apple ya había hecho algo parecido, pero en sus AirPods 4 y AirPods Pro 3, que se venden sin cable en la caja.
Sostenibilidad, logística y negocio: por qué desaparecen
El razonamiento oficial suena familiar: con años de USB‑C a sus espaldas, la mayoría de usuarios acumula varios cables en casa y evitar incluir otro reduce residuos electrónicos. Además, empaques más compactos facilitan el transporte y bajan emisiones por unidad enviada.
Pero también hay realidad empresarial: suprimir accesorios ahorra unos céntimos por dispositivo que, a escala de millones, suman mucho. Y de rebote, parte de los clientes acaba comprando cables y cargadores oficiales, productos que tienden a dejar márgenes más altos que el propio móvil.
En el lado del consumidor surgen riesgos: la ausencia de un cable «de referencia» empuja a comprar alternativas baratas con certificaciones dudosas, que pueden degradarse pronto, limitar la velocidad de carga o, en el peor caso, dañar el dispositivo. Conviene buscar cables con certificación del USB‑IF y verificar potencia y transferencia de datos antes de pasar por caja.
Por ahora, entre los teléfonos, solo Sony ha dado el paso de quitar también el cable. Apple mantiene uno en los iPhone, pero el precedente ya está sobre la mesa y la combinación de argumento medioambiental y ahorro real podría acelerar la adopción si alguna marca con gran cuota se anima.
Un futuro más inalámbrico: del puerto de auriculares al USB‑C
La tendencia a prescindir de cables no es nueva. En 2025, por primera vez, los móviles sin conector de 3,5 mm ya superan a los que lo conservan, según recuentos públicos de lanzamientos: más del 60% frente a menos del 40%. Tras años justificándolo por ganar espacio interno o mejorar la resistencia al agua, el efecto práctico ha sido empujar al audio inalámbrico.
La unificación de USB‑C como conector universal en la UE simplifica parte del panorama, pero el audio por USB‑C sigue siendo un campo con matices (no todos los móviles implementan lo mismo ni todos los cascos son compatibles sin conversores). Es una transición cómoda para muchos, pero no siempre transparente para el usuario menos experto.
Si las cajas llegan sin cables y los puertos van desapareciendo, toca priorizar reutilizar accesorios de calidad, comprar cables certificados y revisar compatibilidades (potencia, estándares de carga y datos). Quien quiera seguir en el terreno cableado tendrá opciones, aunque cada vez más acotadas y con mayor atención a los detalles técnicos.
Con movimientos como el del Xperia 10 VII, el smartphone se encamina a un ecosistema más minimalista en la caja y más inalámbrico en el uso. El punto clave será cómo se gestiona esta transición para que el beneficio ambiental y logístico no se traduzca en un coste oculto para el usuario en forma de accesorios extra o experiencias peores por culpa de malas elecciones.
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