- Strike 3 Holdings y Counterlife Media acusan a Meta de descargar unas 2.400 películas para adultos vía BitTorrent
- Los demandantes sostienen que el material sirvió para entrenar una IA no anunciada; piden 359 millones de dólares
- Meta niega los hechos, pide archivar el caso y alega que las IP no prueban infracción corporativa
- La compañía asegura que su política prohíbe contenido explícito y que el patrón encaja con uso personal
La tecnológica con sede en Menlo Park se ha visto señalada por una demanda de derechos de autor que la vincula con descargas masivas de contenido para adultos a través de su red. El caso, presentado en un tribunal federal de California, reabre el debate sobre cómo se obtienen y utilizan los datos con fines de inteligencia artificial.
Los demandantes, Strike 3 Holdings y Counterlife Media, sostienen que desde 2018 se habría bajado en torno a 2.400 películas mediante BitTorrent desde direcciones IP relacionadas con Meta. Reclaman una indemnización de hasta 359 millones de dólares, según adelantó el medio especializado TorrentFreak.
Qué sostiene la acusación
De acuerdo con la demanda, varias direcciones IP corporativas atribuidas a Meta figuran en rastreos de tráfico P2P asociados a la descarga de títulos para adultos. Las productoras afirman que esas bajadas formaron parte de una recopilación destinada a entrenar un modelo de IA no anunciado, vinculado a herramientas de generación de vídeo como Movie Gen o a la familia de modelos Llama.
Además, los abogados de los demandantes plantean la existencia de una red paralela de unas 2.500 IP “ocultas” que habría servido para disimular el origen del tráfico. Todo ello sustenta su petición de daños y perjuicios, cifrada en 359 millones, y la solicitud de que se aclare el presunto uso de material protegido con fines de entrenamiento.
La defensa de Meta
La compañía ha respondido con una moción para desestimar el procedimiento. Argumenta que una dirección IP, por sí sola, no basta para atribuir una infracción a la empresa y que no existe prueba directa de que esas descargas formaran parte de un plan corporativo.
Meta también subraya que la cronología no encaja: las supuestas bajadas arrancarían en 2018, mientras que los proyectos de vídeo generativo de la casa habrían despegado años más tarde, a partir de 2022. Además, recuerda que sus políticas internas prohíben expresamente utilizar contenido explícito para entrenar sus sistemas.
Otro de los puntos de defensa es el patrón de actividad. La empresa sostiene que el volumen y la cadencia de los archivos —descrito como descargas intermitentes y dispersas— encajarían mejor con un uso personal que con una ingesta sistemática de datos para IA. En esa línea, añade que decenas de miles de empleados, contratistas y visitantes acceden a Internet a diario desde sus instalaciones, por lo que no es posible identificar a responsables concretos.
Pruebas técnicas e interrogantes
El eje probatorio gira en torno a registros de BitTorrent y a la atribución de direcciones IP. Aunque estos rastreos permiten seguir la pista de un archivo, vincular una IP corporativa a una acción deliberada de una empresa —y no a un individuo conectado a su red— es un punto polémico que suele requerir evidencia adicional.
Los demandantes aseguran haber detectado un total cercano a 2.400 títulos a lo largo de varios años, y que el tráfico sería consistente con una finalidad de entrenamiento. Por su parte, Meta rebate que la cifra se descompone en pocas docenas de archivos por año a través de múltiples IP, un patrón que, a su juicio, no encaja con un pipeline de datos de IA.
Contexto y lectura desde España y la UE
Más allá del litigio en Estados Unidos, el caso resuena en Europa por el trasfondo de derechos de autor y uso de datos en el entrenamiento de modelos. El creciente escrutinio regulatorio —con marcos como el Reglamento de IA y las normas de servicios digitales— apunta a una exigencia de mayor transparencia cuando se emplean obras protegidas, especialmente si se alega que provinieron de fuentes no autorizadas.
El debate llega en un momento en el que el sector discute los límites del contenido para adultos en productos de IA generativa. Aunque la demanda se centra en hechos concretos, el interés público también abarca cómo las grandes tecnológicas gestionan sus datasets y qué garantías existen para que no se integren materiales que vulneren la propiedad intelectual.
Por ahora, el pulso legal enfrenta dos relatos: uno que apunta a un supuesto uso de contenido para adultos con fines de entrenamiento y otro que niega cualquier plan corporativo y reduce lo ocurrido a actividad individual dentro de una red amplia. La resolución judicial deberá valorar el peso de las pruebas técnicas, la cronología y las políticas internas para determinar si hay base suficiente para seguir adelante.
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