- Alemania excluye a Huawei y ZTE de la futura red 6G por motivos de seguridad.
- Calendario 5G: sin proveedores chinos en el core en 2026 y sustituciones clave antes de 2029.
- Berlín estudia financiación pública para el reemplazo de equipos; la UE prepara restricciones vinculantes.
- España, rezagada: alto uso de tecnología china y costes estimados de hasta 4.000 millones.
Alemania ha trazado una línea roja para el 6G antes incluso de que la tecnología esté cerrada: no habrá componentes chinos en su futura red. La medida, anunciada por el canciller en un foro empresarial en Berlín, busca blindar la seguridad nacional y evitar repetir los quebraderos de cabeza que dejó el 5G.
El giro no se limita al 6G. El Gobierno mantiene en marcha un plan para retirar progresivamente equipos de Huawei y ZTE de infraestructuras 5G, con la vista puesta en apoyar a los operadores si fuese necesario con fondos públicos. Y, pese al endurecimiento, Berlín asegura que no persigue una ruptura comercial global con China.
Qué ha decidido Berlín
El Ejecutivo alemán ha sido tajante: la red 6G no integrará componentes de origen chino. El despliegue comercial del 6G se espera hacia la próxima década y Alemania quiere fijar las reglas con antelación para evitar dependencias críticas en una infraestructura que será aún más sensible que la actual 5G.
En paralelo, el canciller indicó que «siempre que sea posible» se sustituirán piezas en 5G por alternativas europeas o de confianza. La intención es reforzar la llamada soberanía digital sin cerrar la puerta a la cooperación económica en otros sectores.
Calendario y costes del desmantelamiento 5G
El marco ya está definido: a partir de 2026 no podrá haber proveedores chinos en el core de las redes 5G, y los elementos críticos deberán reemplazarse antes de que acabe 2029. Esto afecta a los grandes operadores del país, como Deutsche Telekom, Vodafone y O2-Telefónica.
Según informó Bloomberg, el Gobierno alemán sopesa usar financiación pública para acelerar esos cambios, con una cifra que ronda los 2.000 millones de euros sobre la mesa. El sector ha alertado de que la salida de equipos instalados implica costes notables y posibles retrasos en el servicio.
- 2026: fin de proveedores chinos en el core 5G.
- Finales de 2029: sustitución de componentes críticos en 5G.
- Próxima década: arranque del 6G sin tecnología china.
Cambios legales y supervisión en Alemania
Las principales fuerzas políticas han pactado endurecer la Ley de la BSI para que el Ministerio del Interior pueda vetar unilateralmente equipos considerados de riesgo, simplificando un proceso que antes exigía el visto bueno de varios ministerios.
Además, el regulador (Bundesnetzagentur) ha actualizado su evaluación de componentes críticos y ahora incluye las antenas de telefonía como infraestructura esencial. Con este criterio, la exclusión de ciertos proveedores podría agilizarse.
Cooperación con Francia y nuevas iniciativas
En la agenda bilateral destaca un impulso a la cooperación franco-alemana en soberanía digital. El canciller llevará el asunto a una cumbre con el presidente Emmanuel Macron para reforzar cadenas de suministro y reducir dependencias, también respecto a grandes tecnológicas no europeas.
Está asimismo sobre la mesa el proyecto Komet, una licitación prevista para el primer semestre de 2026 que aprovechará unos 90.000 emplazamientos de acceso radio de las tres grandes operadoras, con la idea de acelerar la transición lejos de proveedores catalogados como de alto riesgo.
La UE aprieta: de la recomendación a la obligación
Bruselas estudia pasar de las recomendaciones del 5G Toolbox a restricciones legalmente vinculantes para los proveedores de alto riesgo, con la posibilidad de sancionar a los Estados que no apliquen el marco. Se baraja, además, extender el alcance del veto a redes fijas de fibra y a troncales ópticas.
Fuentes comunitarias han defendido que la prioridad es la seguridad del ecosistema digital europeo; no obstante, las operadoras recuerdan que el reemplazo eleva los costes y puede ralentizar despliegues, y que los equipos chinos a menudo habían sido más competitivos en precio y prestaciones.
España, el caso singular y el impacto económico
Mientras Alemania acelera, España mantiene una postura más prudente, lo que la UE observa con preocupación. Según fuentes comunitarias citadas por The Objective, nuestro país continúa adjudicando contratos a Huawei, incluso en ámbitos sensibles. En paralelo, la Comisión valora mecanismos para homogeneizar la respuesta en todos los socios.
De prosperar una prohibición total en Europa, el coste para el sector español podría rondar los 4.000 millones de euros, según estimaciones difundidas por Expansión. Telefónica no emplea radio 5G de Huawei en España (ni en Reino Unido), pero mantiene presencia del fabricante en parte del core residencial y en equipos de fibra y transporte óptico.
Para Vodafone España, la situación es más compleja: aproximadamente el 70% de su red de radio se apoya en tecnología de Huawei. En el caso de MásOrange, se ha pactado reducir la presencia del proveedor chino hasta cerca del 39% de la red 5G para 2027. Entre operadores medianos y pequeños, la penetración de equipamiento chino es mayor, también en redes mayoristas de fibra.
Ganadores, riesgos y el equilibrio comercial
La reconfiguración del mercado europeo beneficiaría a fabricantes como Nokia y Ericsson, a los que la UE ve como piezas clave para reforzar la industria local. No obstante, precedentes como el caso de Suecia muestran que decisiones de veto, como el veto a Huawei en EEUU, pueden acarrear represalias comerciales en terceros países.
Desde Berlín se insiste en evitar una ruptura con China más allá de lo tecnológico, pero se advierte al tejido empresarial de los riesgos de concentración en un único proveedor. La consigna es diversificar sin frenar la competitividad ni deteriorar la calidad del servicio.
La decisión alemana marca el paso en Europa: 6G sin Huawei y 5G más estricto, apoyo público para el reemplazo cuando sea preciso, cambios legales que simplifican vetos y un empuje comunitario para convertir recomendaciones en obligaciones. España encara el debate con una exposición relevante a tecnología china y un coste potencialmente alto, en un entorno donde la seguridad pesa cada vez más que el precio o la velocidad de despliegue.
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