- Robos selectivos: los delincuentes de Londres priorizan iPhone y descartan Android.
- Casos repetidos de víctimas a las que les devolvieron móviles Android tras comprobar el modelo.
- El factor clave es el valor de reventa: iPhone pierde menos valor que Android.
- Redes mueven hasta el 40% de los teléfonos robados a mercados internacionales, según prensa británica.
En Londres se ha detectado una pauta llamativa: ladrones que devuelven teléfonos Android y se quedan con los iPhone, empujados por el dinero que pueden obtener en la reventa. Varios incidentes recientes apuntan a una práctica extendida, no a casos aislados, y están generando debate entre usuarios y autoridades.
Ladrones selectivos: si no es iPhone, no interesa
Testimonios de víctimas en distintos barrios de la ciudad describen escenas similares: grupos que arrebatan el móvil, evalúan el modelo y, si es Android, lo descartan. Sam, asaltado por varios individuos, contó que tras llevarse su teléfono, una cámara y hasta el gorro, uno de los implicados regresó para devolverle el dispositivo al comprobar que no era un iPhone con un comentario inequívoco: «no me quedo con un Samsung».
Mark vivió algo parecido con un ladrón en bicicleta eléctrica: tras un tirón y unos metros de huida, el asaltante miró el terminal y lo dejó caer al suelo. Era un Samsung Galaxy y, por lo visto, no merecía la pena el riesgo frente a la recompensa.
En la misma línea, una usuaria relató que su antiguo Pixel fue sustraído en dos ocasiones y en ambas acabó siendo desechado cuando los ladrones verificaron el modelo. Los casos se repiten, lo que sugiere una preferencia deliberada y no una coincidencia.
También se han descrito situaciones en las que el intento de robo se desactiva cuando el agresor ve un Android sin carga. Un afectado recordó cómo su posible atacante perdió interés al comprobar que el móvil estaba sin batería, y se retiró sin seguir presionando.
El valor de reventa, el motor del delito
La lógica que subyace a esta selección no está en la facilidad de manipulación, ya que tanto Apple como Google han reforzado sus sistemas, sino en el valor de reventa. Estudios de mercado sitúan la depreciación anual media de un iPhone alrededor del 14,80%, frente a aproximadamente el 32,18% en Android. A cuatro años vista, un iPhone puede perder en torno al 47,49% del valor inicial, mientras que los buques insignia Android rozan el 80% de depreciación.
Este diferencial impulsa cadenas de distribución paralelas. Investigaciones periodísticas describen redes que sacan del país una gran proporción de los terminales sustraídos: se ha señalado que hasta el 40% de los móviles robados en Londres —unos 40.000 al año— acabarían en mercados internacionales, con un flujo destacado hacia Asia.
Tecnologías antirrobo: útiles, pero no decisivas
Tanto iOS como Android han elevado el listón de la seguridad con funciones como Stolen Device Protection en Apple y verificaciones de identidad o bloqueo tras restablecimiento en Android (como Identity Check). Estas medidas complican el uso del terminal sin credenciales, pero no eliminan el incentivo cuando el aparato o sus componentes tienen salida.
De hecho, la reventa por piezas sigue siendo un canal, aunque fabricantes como Apple han endurecido el emparejamiento de componentes para dificultar estas reparaciones. Para quien compra un dispositivo bloqueado, el riesgo de que termine siendo un «pisapapeles» es real, algo que no desanima a quienes operan en mercados opacos con piezas y chasis.
Modus operandi y contexto europeo
En la calle abundan los tirones rápidos y los asaltos en bicicletas eléctricas, con grupos que rodean a la víctima o arrancan el móvil de las manos en plena vía. Aunque el parque de dispositivos en Reino Unido está repartido casi a partes iguales entre Android y iPhone, los datos y los relatos muestran que el botín preferido es el de Apple, reforzando un patrón que afecta al conjunto de Europa por el peso de Londres en las estadísticas.
El cuadro que dibujan los testimonios y las cifras es coherente: los ladrones priorizan iPhone porque vale más y se mueve mejor en la reventa local e internacional; los Android, en muchos casos, se devuelven o directamente se tiran tras un vistazo. Las mejoras en seguridad frenan usos ilícitos, pero no alteran el hecho de que el mercado secundario es quien dicta objetivos y riesgos.
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