- Los móviles de gama baja volverán a los 4 GB de RAM para contener el precio ante la subida del coste de memoria.
- La crisis de RAM, impulsada por la demanda de inteligencia artificial, reduce la producción destinada a smartphones y portátiles.
- Se espera una caída de modelos con 12 y 16 GB de RAM y un auge de configuraciones de 4, 6 y 8 GB.
- Google y los desarrolladores tendrán que optimizar Android y las apps para funcionar de forma aceptable con menos memoria.
En los próximos meses vamos a escuchar cada vez más hablar de GB de RAM en móviles, pero no precisamente porque todo suba sin freno. De hecho, todo apunta a que el mercado está a las puertas de un giro inesperado: una nueva hornada de smartphones que, en lugar de ofrecer más memoria, llegarán con menos RAM que muchos modelos actuales, sobre todo en las gamas más baratas.
Este cambio tiene poco que ver con la moda o el marketing y mucho con los costes de la memoria y el auge de la IA. Entre la subida prevista de precios de los chips y la enorme demanda de RAM para centros de datos y servidores de inteligencia artificial, los fabricantes de móviles se están viendo obligados a reajustar sus configuraciones. El resultado será una especie de «vuelta al pasado»: volveremos a ver con normalidad móviles con 4 GB de RAM en el escaparate, incluso a precios que no parecen precisamente de gama de entrada.
Del estándar de 6 a 8 GB a la vuelta de los 4 GB de RAM
Hasta ahora, el segmento de entrada y la gama baja en Europa y España se habían asentado en una cifra bastante razonable para el día a día: 6 GB de RAM como punto de partida, acompañados de 128 o 256 GB de almacenamiento interno en terminales en torno a los 150 euros. En la práctica, esto permitía moverse con soltura entre apps básicas, algo de multitarea y juegos no demasiado exigentes sin que el móvil se atragantara a la mínima.
Por encima, la gama media (en torno a los 250-300 euros) se ha consolidado con paneles OLED, mejor resolución y configuraciones con entre 6 y 8 GB de RAM, además de esos 128-256 GB de memoria interna que ya casi se dan por descontados. A partir de ahí, la escalera seguía subiendo: en la gama media alta, cerca de los 500 euros, lo habitual eran versiones con 8 o 12 GB de RAM, mientras que los modelos de gama alta en torno a 800 euros ya ofrecían 12 GB en sus variantes principales y hasta 16 GB de RAM en versiones más ambiciosas.
En el tramo premium, por encima de los 1.000 euros, se ha normalizado ver smartphones con 12 GB de RAM como configuración base y ediciones especiales que alcanzan 16 o incluso 24 GB. Estas cifras estaban especialmente pensadas para usuarios intensivos, juegos pesados y, cada vez más, funciones avanzadas de inteligencia artificial en el propio dispositivo.
Lo llamativo ahora es que, en la parte baja de la tabla, ese avance se va a frenar en seco. Todo indica que los nuevos modelos de gama de entrada y gama baja volverán a montar 4 GB de RAM como configuración básica. Y no hablamos de móviles de 80 o 100 euros: se espera que muchos de estos terminales lleguen a precios superiores a los actuales, aprovechando la subida general de costes.
Por qué los fabricantes recortan RAM: chips más caros y ranura microSD de vuelta
La explicación está en el precio de los chips de memoria. Informes de firmas de análisis como TrendForce apuntan a que, durante el primer trimestre de 2026, los precios de la memoria RAM y NAND volverán a subir con fuerza. Ante este escenario, y según filtraciones que circulan en plataformas asiáticas, los fabricantes de móviles se enfrentan a un dilema complicado: o suben de manera agresiva el precio de los smartphones, o recortan en la cantidad de memoria incluida para mantener las etiquetas más o menos en la misma franja.
Todo indica que la mayoría optará por la segunda vía. Reducir los GB de RAM les permite contener el coste de fabricación por unidad sin tener que encarecer demasiado el PVP final. A cambio, el usuario recibe un móvil con especificaciones algo más modestas en un componente clave, aunque sobre el papel el diseño, la cámara o la conectividad puedan seguir pareciendo competitivos para su gama.
Este ajuste no se limitaría a los modelos baratos. Los informes del sector apuntan a que los teléfonos con 16 GB de RAM podrían ir desapareciendo poco a poco de los catálogos generalistas, quedando reservados a ediciones muy concretas. En paralelo, se prevé una reducción notable de modelos con 12 GB de RAM, que serían sustituidos por variantes de 6 u 8 GB para recortar costes.
Incluso el segmento de los 8 GB de RAM, que se habían convertido en la referencia de la gama media, podría verse afectado con fuerza. Las previsiones señalan que la oferta de móviles con 8 GB podría caer hasta un 50 %, dejando paso a configuraciones más modestas de 4 o 6 GB en muchos dispositivos que hoy consideraríamos más que suficientes para la mayoría de usuarios.
En paralelo, reaparece un viejo conocido: la ranura para tarjetas microSD. Al vender móviles con 64 GB de almacenamiento interno y, en algunos casos, 4 GB de RAM, los fabricantes pueden ahorrar en memoria integrada y ofrecer al usuario la posibilidad de ampliar sólo el espacio de almacenamiento mediante una tarjeta. Es una forma de compensar, al menos en parte, la sensación de «recorte» y de dar margen a quien necesite guardar muchas fotos, vídeos o juegos sin disparar el precio de partida del terminal.
Impacto de bajar a 4 GB de RAM: rendimiento, apps pesadas e IA
La decisión de volver a los 4 GB de RAM en móviles de gama baja no es inocua. Con esa cantidad, el sistema operativo seguirá siendo usable, pero empiezan a aparecer límites claros en cuanto a multitarea y rendimiento en aplicaciones pesadas. Cerrarás y abrirás apps con mayor frecuencia, los cambios entre tareas serán más lentos y algunos juegos exigentes o herramientas creativas sencillamente no funcionarán igual de bien que en un dispositivo con 6 u 8 GB.
Además, esa reducción de memoria llega justo cuando buena parte de las novedades en el sector giran en torno a funciones avanzadas basadas en inteligencia artificial. Algunas de ellas, como la edición inteligente de fotos o vídeos y ciertas tareas de generación de contenido, requieren una cantidad de RAM considerable para ejecutarse de forma fluida en el propio dispositivo. En muchos de estos móviles de 4 GB, esas funciones podrían llegar muy recortadas, depender más de la nube o, directamente, no estar disponibles.
Esto va a abrir una brecha más clara entre las gamas. Los usuarios que se queden en el tramo de entrada no sólo tendrán menos rendimiento bruto, sino también menos acceso a funciones “inteligentes” que sí estarán presentes en la gama media y alta. El salto entre un móvil de 4 GB y otro con 8 o 12 GB no será únicamente de velocidad, sino también de posibilidades en el día a día.
Para quien utilice el teléfono sobre todo para mensajería, redes sociales, llamadas y algo de navegación, esa merma puede ser asumible. Pero a medida que el ecosistema Android y los servicios añadidos vayan tirando más de IA, será más evidente que los móviles con 4 GB se quedan en lo justo y necesario para salir del paso, sin margen para exprimir todas las novedades de software que vayan llegando.
En Europa y España esto afectará especialmente a los usuarios que tradicionalmente buscaban un terminal ajustado de precio pero «decente» en RAM para aguantar varios años. Comprar ahora un móvil con 4 GB pensando en estirarlo mucho tiempo puede implicar, a medio plazo, renunciar antes a actualizaciones o a nuevas funciones de IA que simplemente no estarán pensadas para esa cantidad de memoria.
Android, Google y desarrolladores: obligación de optimizar para menos GB de RAM
La otra pata de este cambio está en el software. Si la base del mercado de entrada se mueve de los 6-8 GB habituales a móviles con 4 GB de RAM, Google no tendrá más remedio que ajustar su estrategia con Android. El sistema tendrá que funcionar de manera más eficiente con menos memoria, algo que recuerda bastante a lo que Apple lleva años haciendo con iOS, donde los iPhone manejan cifras de RAM claramente inferiores a muchas propuestas Android sin dar sensación de quedarse cortos en el uso cotidiano.
Esto implica cambios a varios niveles: mejor gestión de procesos en segundo plano, mayor control de apps que consumen en exceso y una política más estricta a la hora de limitar tareas que no sean prioritarias para garantizar que el móvil siga respondiendo con rapidez en acciones básicas. También podríamos ver una mayor segmentación de funciones, reservando ciertas características más avanzadas para dispositivos con 6 GB o más.
Los desarrolladores de aplicaciones tampoco van a quedar al margen. Si el parque de móviles con 4 GB crece, muchas apps tendrán que optimizar su consumo de memoria o, en casos concretos, ofrecer versiones más ligeras con menos recursos gráficos o menos funciones simultáneas. Algo parecido a lo que ya se ha visto con versiones «Lite» de redes sociales y otras apps populares en mercados donde los móviles con menos recursos son habituales.
En el terreno de los juegos, es probable que se marque aún más la diferencia entre títulos pensados para terminales con 8 o 12 GB y aquellos que se conforman con 4 GB. Ya hoy hay juegos que recomiendan 6 GB como mínimo para un rendimiento adecuado; con la nueva situación, los estudios tendrán que decidir si adaptan a la baja sus propuestas o, simplemente, apuntan a una gama de dispositivos más potentes y dejan a los de entrada en un segundo plano.
Todo este movimiento se produce mientras la industria tecnológica en general vive una especie de fiebre por la inteligencia artificial. No sólo afecta a los móviles, sino también a ordenadores portátiles y otros dispositivos de consumo, que empiezan a ver cómo el coste de añadir más RAM se encarece. Marcas como Dell o Lenovo ya habrían empezado a avisar a sus clientes profesionales de que se avecinan subidas de precio ligadas a la memoria, algo que encaja con las previsiones de las consultoras especializadas.
En este contexto, la RAM convencional para móviles y PC compite directamente con las memorias de alto ancho de banda destinadas a servidores y centros de datos dedicados a IA. Como esos productos dejan márgenes más jugosos, los fabricantes de chips están priorizando esas líneas de negocio, reduciendo la producción de memorias más «tradicionales» y, en consecuencia, elevando los precios en el mercado de consumo.
Todo apunta a que los primeros meses de 2026 serán clave para ver cómo se asienta este nuevo equilibrio. Si las previsiones de subida se cumplen, puede que a muchos usuarios les resulte más interesante esperar a la segunda mitad del año antes de renovar móvil, a la espera de que el mercado se estabilice o aparezcan alternativas más equilibradas entre precio, RAM y almacenamiento.
La fotografía que se dibuja alrededor de los GB de RAM en móviles es menos lineal de lo que venía siendo en la última década: ya no se trata sólo de que cada generación ofrezca más memoria que la anterior, sino de encontrar un punto medio viable entre coste, rendimiento y funciones de IA. En la gama alta seguirá habiendo terminales muy potentes, pero en la parte baja del catálogo veremos cómo regresan configuraciones que parecían superadas, como los 4 GB de RAM, acompañadas de ranuras microSD y precios que ya no se asocian necesariamente a dispositivos muy modestos. Para el usuario de a pie, tocará mirar con más atención la ficha técnica antes de comprar y tener muy claro qué espera de su móvil a medio plazo.
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