- Seis astronautas chinos cocinaron alitas de pollo y filetes en la estación Tiangong.
- El horno espacial, integrado y certificado para 500 usos, cocina sin humo en microgravedad.
- La sesión duró 28 minutos a 180 °C, con bandejas enjauladas para evitar que floten.
- El hito busca mejorar el bienestar psicológico y la habitabilidad en misiones largas.
Por primera vez, un equipo de astronautas chinos ha preparado y comido pollo asado en el espacio. A bordo de la estación Tiangong, miembros de las misiones Shenzhou-20 y Shenzhou-21 se marcaron una barbacoa con alitas y filetes de ternera, un gesto cotidiano en la Tierra que en órbita se convierte en un hito de habitabilidad.
La escena, grabada a unos 400 km de altura, muestra cómo las piezas se cocinan en un horno diseñado para microgravedad. El dispositivo tarda 28 minutos a 180 °C y utiliza una rejilla tipo jaula para que la comida no salga flotando, una solución ingeniosa que prioriza la seguridad y la limpieza del entorno.
Cómo se cocina pollo en microgravedad
En ausencia de convección natural, el horno de Tiangong recurre a calentamiento controlado y circulación guiada para dorar de forma uniforme. La comida se coloca en una bandeja cerrada con estructura metálica, lo que evita que las alitas y los jugos se dispersen por la cabina.
El equipo cocinó primero alitas de pollo y, después, filetes de ternera hidratada. La unidad está integrada en la pared de la estación, funciona sin sobrecargar el sistema eléctrico y ofrece un proceso de horneado sin humo, clave para no comprometer los sensores y protocolos antiincendios.
Según los responsables del programa, el horno está certificado para hasta 500 ciclos, mantiene condiciones estables de temperatura y presión durante todo el proceso y facilita una limpieza rápida, algo esencial en un hábitat cerrado como Tiangong.
Bienestar y vida a bordo: más que un capricho
Además de la proeza técnica, cocinar en órbita tiene una lectura humana: ayuda a la tripulación a mantenerse conectada psicológicamente con la rutina de la Tierra. En misiones de seis meses, sumar platos calientes y preparaciones familiares puede marcar la diferencia anímica del día a día.
Esta línea encaja con los ensayos de habitabilidad en curso: desde ejercicios como tai chi en microgravedad hasta pequeños cultivos y actividades culturales, todo suma para evaluar cómo el ocio y la buena comida influyen en el rendimiento y la convivencia en entornos extremos.
Qué lo distingue de intentos anteriores
A diferencia de experimentos puntuales en otras estaciones, aquí el horno queda instalado de forma permanente. En 2019 se hornearon galletas en microgravedad en otro complejo orbital, pero no se consumieron allí. En Tiangong, en cambio, los astronautas han cocinado y degustado carne en el propio laboratorio espacial.
El resultado ha sido un dorado homogéneo y una textura que, según la tripulación, conserva el aroma y sabor pese a las limitaciones de la microgravedad. Todo ello sin afectar a los sistemas comunes de la estación, un aspecto crítico para la seguridad.
Seguridad, energía y control del proceso
El dispositivo está optimizado para la red eléctrica de Tiangong y minimiza picos de consumo, algo vital en una estación con recursos medidos. La gestión de humos y el confinamiento de partículas reducen riesgos y permiten cocinar sin disparar alarmas, manteniendo la cabina limpia.
La estructura enjaulada, las bandejas cerradas y los tiempos definidos —como los 28 minutos por tanda de alitas— hacen que el proceso sea repetible y compatible con los protocolos de trabajo. Así, la cocina pasa de ser una curiosidad a una herramienta operativa de la misión.
Un momento viral y una agenda apretada
Las imágenes dieron la vuelta a redes sociales y plataformas de vídeo, donde usuarios de todo el mundo comentaron la primera barbacoa espacial. La anécdota funciona como símbolo: incluso a cientos de kilómetros de la Tierra, hay espacio para los pequeños placeres.
En paralelo, la rotación de tripulaciones continúa: seis astronautas coincidieron a bordo durante el relevo entre Shenzhou-20 y Shenzhou-21, y se programaron comprobaciones adicionales por riesgo de residuos orbitales antes del retorno de una de las dotaciones. La misión mantiene un calendario de ciencia, mantenimiento y pruebas de habitabilidad durante medio año.
Desde Europa se observa con interés el avance de estas capacidades de vida a bordo, ya que cocinar de forma segura y eficiente en órbita aporta lecciones útiles para futuras estaciones comerciales y estancias prolongadas con participación internacional, incluidas las de la ESA.
La barbacoa en Tiangong encaja en una tendencia clara: llevar la vida cotidiana al espacio con soluciones prácticas, seguras y reproducibles. Cocinar pollo y ternera en microgravedad no es solo una curiosidad; es un paso tangible hacia misiones más largas, confortables y sostenibles.
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