- Builder.ai, respaldada por Microsoft y otros grandes fondos, ha iniciado un procedimiento de insolvencia tras graves problemas financieros y de gestión.
- La startup británica atravesó escándalos de malas prácticas y controversias desde 2019, afectando su credibilidad y sostenibilidad.
- Las inversiones millonarias y la apuesta por la inteligencia artificial no evitaron la quiebra, poniendo en duda el modelo de negocio y el uso real de IA en su plataforma.
- El caso Builder.ai subraya los riesgos y la volatilidad en el sector de las startups de IA, incluso para aquellas con grandes apoyos financieros e institucionales.
Builder.ai, la startup británica que aspiraba a revolucionar el desarrollo de aplicaciones gracias a la inteligencia artificial, ha protagonizado uno de los mayores desplomes en el sector tecnológico reciente. Una empresa nacida en 2016, que llegó a rozar el estatus de unicornio y contaba con el respaldo de inversores de talla mundial como Microsoft, SoftBank y el fondo soberano de Qatar, se ha visto obligada a declarar la quiebra e iniciar un procedimiento de insolvencia tras meses de turbulencias financieras y polémicas internas.
El caso de Builder.ai representa un aviso importante para el ecosistema de las startups tecnológicas, en especial en el campo de la IA, donde la sobreinversión y las altas expectativas chocan con la realidad de modelos de negocio no siempre sólidos. La compañía, que había recaudado más de 450 millones de dólares en varias rondas de financiación, no ha podido sostener el ritmo ni la confianza de sus inversores, pese a contar con clientes y proyectos prometedores.
Grandes inversiones y promesas incumplidas
Builder.ai fue vista como una de las puntas de lanza de la nueva ola de empresas de inteligencia artificial. Con una plataforma capaz de construir aplicaciones mediante bloques reutilizables y automatizaciones, prometía simplificar el desarrollo hasta niveles inexplorados. Sin embargo, poco a poco salieron a la luz problemas estructurales y una gestión financiera que terminó por minar su credibilidad.
A pesar de recibir cuantiosos fondos, las cifras de ventas y los ingresos distaban mucho de las proyecciones iniciales. Los inversores, entre ellos Microsoft y el Qatar Investment Authority, vieron cómo su apuesta se transformaba en un riesgo inesperado cuando la empresa no pudo cumplir con las expectativas generadas durante sus primeras fases de crecimiento.
La revisión de cuentas y el ajuste de previsiones de ventas fueron señales tempranas de que la situación era más delicada de lo que parecía. No sólo hubo discrepancias en los informes financieros; la empresa se vio obligada a contratar auditores independientes para revisar dos años de actividad tras detectar posibles irregularidades y cifras infladas de ventas. Esta falta de transparencia y solidez financiera acabó por encender todas las alarmas entre sus accionistas y los organismos reguladores.
Escándalos y cambios de liderazgo
Builder.ai no solo enfrentó problemas de gestión económica, sino también acusaciones públicas relacionadas con el uso real de inteligencia artificial. Ya en 2019, se cuestionó la autenticidad de su tecnología tras descubrirse que empleaba desarrolladores humanos para tareas supuestamente automatizadas por IA. Estos escándalos pusieron en entredicho la propuesta de valor que tantos inversores habían apoyado inicialmente.
La incertidumbre se agravó cuando su fundador, Sachin Dev Duggal, fue señalado en 2023 por presuntas actividades de lavado de dinero en India, un episodio que, aunque él negó tajantemente, minó aún más la confianza en la compañía. Como consecuencia directa de estas controversias, Duggal abandonó el puesto de CEO en marzo de 2024, siendo reemplazado por Manpreet Ratia, que asumió el reto de reestructurar una empresa ya en apuros.
La reestructuración incluyó el despido de unos 270 empleados, lo que representó cerca del 35% de la plantilla global. Los recortes evidenciaron la gravedad de las dificultades y la urgencia por reducir gastos mientras la presión de los acreedores iba en aumento. Tampoco ayudó que algunos auditores tuvieran posibles conflictos de interés debido a sus vínculos con el fundador, generando aún más dudas sobre la veracidad de los balances presentados.
El golpe de gracia: insolvencia y deudas millonarias
La situación financiera de Builder.ai alcanzó un punto crítico cuando Viola Credit, uno de sus principales prestamistas, reclamó 37 millones de dólares, dejando a la compañía prácticamente sin liquidez. Apenas quedaban cinco millones en caja para hacer frente a los compromisos, lo que desencadenó la declaración de insolvencia en mayo de 2024. Para entonces, la compañía acumulaba una deuda cercana a los 450 millones de dólares y sus previsiones de ingresos se habían reducido en torno a un 25% en apenas seis meses.
Las restricciones para operar y transferir fondos, especialmente en su sucursal de India, hicieron que muchos empleados quedaran sin cobrar sus salarios. Además, la retirada repentina de fondos por parte de inversores agravó la crisis de liquidez, y la empresa se vio obligada a designar a un administrador para gestionar el proceso de bancarrota en todas las jurisdicciones donde operaba, incluyendo EEUU y Reino Unido.
Este episodio también reabre el debate sobre el papel real de la inteligencia artificial en el desarrollo de software, un tema cada vez más relevante en el ecosistema tecnológico.
Con un escenario en el que solo una pequeña parte de las empresas de IA logra sobrevivir, el derrumbe de Builder.ai servirá como lección para inversores, emprendedores y el propio sector, que tendrá que valorar si el entusiasmo por la inteligencia artificial está fundado en realidades sólidas o sigue alimentando una burbuja que podría estallar con consecuencias mucho mayores.
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