- Universal mantiene el proyecto sin luz verde: guion y contratos del elenco siguen pendientes.
- El estudio exige que el coste no supere los 200 millones para seguir adelante.
- Fast X costó 340 millones y recaudó poco más de 700; la rentabilidad fue escasa.
- Se barajan recortes: menos localizaciones, acrobacias y reparto más reducido; Vin Diesel quiere volver a Los Ángeles.
La última entrega de la saga, Fast and Furious 11, concebida como el cierre de más de dos décadas al volante, atraviesa su momento más delicado: Universal aún no ha dado luz verde y mantiene el proyecto en cuarentena a la espera de números que encajen.
Mientras Vin Diesel insiste en un regreso a Los Ángeles y a las raíces de la franquicia, la realidad interna es menos eufórica: guion sin aprobar, acuerdos con el reparto por cerrar y un plan de rodaje en el aire a la espera de un presupuesto ajustado.
Estado del proyecto: sin aprobación y con incertidumbre
Fuentes del estudio trasladadas por prensa económica apuntan a que el libreto no cuenta con el visto bueno y que no hay fecha de estreno cerrada. La mayoría de los actores, además, no tienen contrato firmado, una señal clara de que la maquinaria sigue en fase de pausa.
El productor Neal Moritz ha resumido la posición del estudio en una idea que sobrevuela cada reunión: lograr un final satisfactorio en lo creativo y en lo financiero. Sin ese equilibrio, la undécima entrega no avanzará ni un metro.
El dinero manda: tope de 200 millones y tijera sobre la mesa
El precedente pesa: Fast X se disparó hasta los 340 millones de dólares de coste, y aunque la taquilla mundial superó los 700 millones, el margen fue exiguo tras sumar marketing y sobrecostes. La conclusión de Universal es tajante.
Para continuar, el estudio exige que Fast and Furious 11 no rebase los 200 millones. Los cálculos internos sitúan ahora el plan en torno a 250 millones, así que habría que recortar al menos 50 millones para que el proyecto reciba luz verde.
Cómo abaratar sin perder el ADN de la saga
Entre las medidas que se barajan figuran reducir rodajes internacionales, simplificar el número de set pieces y contener el tamaño del reparto. También se estudia limitar el trabajo fuera de Estados Unidos para evitar desviaciones de coste.
La salida de Justin Lin en la anterior película y semanas de equipo en standby encarecieron Fast X; el objetivo ahora es blindar el calendario y priorizar un enfoque más urbano, con ecos de las primeras entregas y un posible regreso a Los Ángeles, como desea Diesel.
Director y elenco: nombres sobre la mesa, acuerdos por cerrar
Se da por probable el retorno de Louis Leterrier a la dirección, pero no hay firmas definitivas. En el elenco, los habituales de la saga están pendientes de agenda y cifras, y el estudio sopesa mantener cachés contenidos para cuadrar el presupuesto.
La intención es despedir a la “familia” con una entrega que funcione como colofón, pero sin repetir la temeridad económica anterior; ese equilibrio condicionará quién vuelve y en qué medida.
Calendario: 2027 como ventana plausible, pero sin compromiso
Aunque Vin Diesel ha deslizado 2027 como horizonte, la fecha sigue en el aire. Si el plan financiero cuaja pronto, el rodaje podría arrancar la próxima primavera, pero todo depende de que los recortes satisfagan a los ejecutivos.
En el escenario actual, el estudio prefiere asegurar un retorno razonable antes que precipitar la producción; la prioridad es no hipotecar el cierre por querer correr más de la cuenta.
Qué viene después: final de etapa y posibles derivados
Universal contempla que esta sea la despedida del reparto principal y evalúa mantener viva la propiedad intelectual con proyectos más contenidos, desde spin-offs a formatos alternativos con costes menores.
La clave, en cualquier caso, es que Fast and Furious 11 llegue a buen puerto con un diseño de producción más austero y una historia centrada y eficaz que permita cerrar el círculo sin perder la identidad de la franquicia.
Con el guion pendiente, los contratos por firmar y una cifra mágica de 200 millones como línea roja, el destino de la última película queda atado a la calculadora: si encaja el presupuesto, habrá carrera final; si no, el estudio preferirá pisar el freno antes que arriesgar otro derrape financiero.
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