- El Galaxy S26 Ultra apostaría por una isla de cámaras con mejoras en óptica
- La gama sería más delgada: Pro 6,7 mm, Edge 5,5 mm y Ultra 7,8 mm (prototipos)
- Baterías: Edge 4200 mAh (3C), Pro 4300 mAh y Ultra 5000 mAh; carga de hasta 60 W
- Exynos 2600 a 2 nm en estudio y posible adopción de Qi2 con dudas sobre la carga inversa
Conviene recordar que hablamos de información preliminar: procede de fuentes surcoreanas, medios especializados y listados regulatorios, por lo que algunos detalles podrían variar cuando se acerque el anuncio y salgan de la fase de prototipos.
Un giro en el diseño del Galaxy S26 Ultra
Vuelve a tomar fuerza la idea de una isla de cámaras en el Galaxy S26 Ultra, un planteamiento que integraría los sensores traseros en un módulo único al estilo de generaciones anteriores. Este rediseño se justificaría para dar cabida a mejoras en la cámara principal y el teleobjetivo, con ópticas de mayor apertura para captar más luz.
La forma exacta del módulo no está cerrada, aunque se habla de una isleta rectangular monolítica adaptada al nuevo lenguaje estético del dispositivo y de esquinas más redondeadas para unificar el aspecto con el resto de la familia Galaxy S.
En paralelo, se ha señalado que el teleobjetivo del Ultra podría mantener el tamaño de sensor de 1/2,52 respecto a su predecesor, apoyándose en la óptica y en el procesado para mejorar resultados. Es decir, no todo pasaría por cambiar el sensor: también importarían las lentes y el software.
Más delgados en toda la gama
Los tres modelos darían un salto hacia un perfil más fino. Se baraja que el Galaxy S26 Pro quede en 6,7 mm de grosor (–0,5 mm frente al S25), que el Galaxy S26 Edge apunte a 5,5 mm y que el Galaxy S26 Ultra se sitúe en 7,8 mm. Son cifras asociadas a prototipos, de modo que el ajuste final podría variar ligeramente.
Rebajar el grosor tiene implicaciones en ergonomía y en espacio interno. En el caso del Ultra, se habla de conservar el S Pen pese al chasis más fino, un reto que obligaría a optimizar la disposición de componentes y a aprovechar mejor cada milímetro.
Este enfoque obligará a la marca a hilar fino en ingeniería: encajar baterías, cámaras y antenas en cuerpos tan delgados suele requerir rediseños de placas, apilamientos y disipación más eficientes para no penalizar la experiencia.
Baterías y carga: mejoras discretas
Los datos que han trascendido apuntan a una estrategia conservadora en capacidades, con un ligero empujón en los modelos no Ultra y continuidad en el tope de gama. En el S26 Ultra, la batería se mantendría en 5000 mAh, mientras que el S26 Edge habría pasado por 3C con una típica de 4200 mAh y el S26 Pro se situaría en torno a 4300 mAh.
- Galaxy S26 Pro: 4300 mAh (rumoreado)
- Galaxy S26 Edge: 4200 mAh (listado 3C)
- Galaxy S26 Ultra: 5000 mAh (certificación en China)
Pese a que la cifra del Ultra no crecería, la autonomía podría beneficiarse de un hardware más eficiente y de una carga rápida de hasta 60 W en el modelo superior, un salto respecto a generaciones previas que varios informes vienen señalando.
En el Edge, además de esa subida de capacidad, todo indica que se mantendrá la tecnología de iones de litio y que la transición a soluciones como el silicio-carbono no llegaría todavía. La mejora, por tanto, sería real pero moderada.
Procesador Exynos 2600 y el pulso por el rendimiento
En el apartado del silicio, el protagonista sería el Exynos 2600, un SoC que Samsung tendría preparado para producción a 2 nanómetros a la espera de decidir si lo integra en la serie S26. Entre sus novedades destaca un bloque de disipación interno (Heat Path Block) pensado para atajar el sobrecalentamiento.
Más allá de su adopción en los Galaxy, el 2600 es también un movimiento estratégico para disputar terreno a TSMC y seducir de nuevo a Qualcomm como cliente de fundición, aportando una alternativa competitiva en los nodos más avanzados.
Si el salto de proceso y la nueva gestión térmica cristalizan, cabría esperar mejoras en eficiencia energética y estabilidad sostenida, dos claves que reforzarían el rendimiento y la autonomía sin necesidad de aumentar la capacidad de las baterías.
Qi2 con imanes: la duda de la carga inversa
Otro frente abierto es la adopción nativa de Qi2 con imanes. Este estándar mejora el alineado y sujeción con el cargador, pero diversos informes señalan que la integración de imanes en el propio móvil podría chocar con la carga inalámbrica inversa, como ya se ha visto en otros fabricantes.
Hoy el Galaxy S25 soporta Qi2 con accesorios externos, y en los S26 Samsung tendría que decidir si prioriza una experiencia magnética más sólida —posiblemente con alguna mejora de potencia— o preserva la recarga inversa para auriculares y relojes, una función práctica para muchos usuarios.
El retrato que se perfila es el de unos S26 continuistas en autonomía pero más refinados en diseño y eficiencia, con un Ultra que cambiaría su trasera para potenciar la cámara y una gama que afina el grosor sin renunciar a prestaciones clave; faltan los matices finales que llegarán cuando Samsung haga oficiales las especificaciones.
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