- Jolla relanza hardware propio con el nuevo Jolla Phone, un smartphone europeo con Sailfish OS 5 basado en Linux y foco absoluto en privacidad.
- El dispositivo ofrece interruptor físico de privacidad, batería y tapa trasera reemplazables y compatibilidad opcional con aplicaciones de Android.
- Montará pantalla AMOLED de 6,36 pulgadas, chip 5G de MediaTek, 12 GB de RAM, 256 GB ampliables y cámara principal de 50 MP.
- Se financia mediante preventa de 99 €, con precio final de 499 € y distribución inicial en la UE, Reino Unido, Noruega y Suiza a partir de la primera mitad de 2026.
Tras años centrada casi exclusivamente en el software, la finlandesa Jolla vuelve a apostar por el hardware propio con un proyecto muy particular: un smartphone europeo con Sailfish OS 5 y Linux real bajo el capó, pensado para quienes priorizan la privacidad y quieren salir del binomio Android-iOS. El nuevo dispositivo, de momento conocido simplemente como Jolla Phone, recupera la filosofía de su primer móvil de 2013, pero actualizado a las exigencias actuales en conectividad, seguridad y soporte a largo plazo.
La compañía ha optado por un enfoque prudente y transparente: fabricará el teléfono solo si alcanza un mínimo de 2.000 reservas de 99 €, un modelo de preventa que mezcla crowdfunding y estudio real de demanda. A cambio, quienes apoyen el proyecto acceden a un precio más bajo que el previsto en tienda y a una edición con detalles exclusivos, mientras Jolla se asegura de que el desarrollo de este móvil Linux siga teniendo sentido dentro del mercado europeo.
Un Linux “de verdad” en el bolsillo: Sailfish OS 5
El corazón del terminal es Sailfish OS 5, la última evolución del sistema operativo móvil de Jolla. La empresa insiste en que no se trata de un Android tuneado, sino de un sistema construido sobre un núcleo Linux estándar, con una capa propia de interfaz y servicios. El discurso es claro: ofrecer una plataforma europea, con código abierto en buena parte de sus componentes y sin los canales de telemetría habituales en los grandes ecosistemas móviles.
Según la propia Jolla, Sailfish OS 5 prescinde del seguimiento intrusivo y del envío constante de datos a servidores externos. No hay “llamadas a casa” invisibles ni analíticas ocultas integradas por defecto. Este planteamiento encaja con el marco regulatorio europeo -especialmente el RGPD- y con un público cada vez más receloso del uso comercial de su información personal, algo que pueden complementar con apps para bloquear rastreadores en tiempo real.
Para no obligar a renunciar de golpe a las apps de siempre, el sistema incorpora un subsistema opcional capaz de ejecutar aplicaciones de Android. Se trata de una capa de compatibilidad que permite instalar software Android obtenido de tiendas de terceros, sin Google Play ni servicios de Google integrados de serie. El usuario puede mantener este entorno activo, limitar su uso o incluso desactivarlo por completo si quiere un teléfono “desgooglificado”, y puede apoyarse en soluciones para bloquear acceso a Internet app por app cuando lo necesite.
Jolla lleva años afinando Sailfish en dispositivos de terceros, especialmente algunos modelos de Sony Xperia, OnePlus, Samsung, Google o Xiaomi, con el apoyo de su comunidad. La experiencia acumulada en esa adaptación a múltiples hardwares se pone ahora al servicio de un terminal propio, donde el sistema y el diseño físico se han definido conjuntamente con la base de usuarios.
Hardware 5G actual, pero con detalles poco habituales
En lo técnico, el nuevo Jolla Phone apuesta por una configuración que se sitúa en la franja media-alta del mercado. Monta una pantalla AMOLED de 6,36 pulgadas con resolución Full HD+, relación de aspecto 20:9, unos 390 píxeles por pulgada y protección Gorilla Glass. Es un panel orientado a un uso diario cómodo, sin competir con tasas de refresco extremas, pero con buena definición y contraste propio de la tecnología OLED.
El procesado corre a cargo de una plataforma 5G de MediaTek de alto rendimiento -la marca aún no ha concretado el modelo exacto- acompañada de 12 GB de memoria RAM y 256 GB de almacenamiento interno. Este espacio se puede ampliar mediante tarjetas microSDXC de hasta 2 TB, una opción cada vez menos frecuente en los smartphones actuales, pero muy valorada por quienes manejan grandes volúmenes de contenido local.
En fotografía, el terminal se apoya en una cámara principal de 50 megapíxeles y un sensor secundario ultra gran angular de 13 megapíxeles en la parte trasera, junto a una cámara frontal de tipo gran angular cuyo detalle todavía no se ha hecho público. La marca no pretende competir con los buques insignia fotográficos, pero sí ofrecer un conjunto equilibrado para uso diario, redes sociales y captura de vídeo ocasional.
La conectividad también está cuidada: el dispositivo incluye 5G y 4G LTE con doble SIM nano y módem preparado para itinerancia global, Wi‑Fi 6, Bluetooth 5.4, NFC para pagos y emparejamientos rápidos, además de un lector de huellas integrado en el botón de encendido. Todo ello se completa con un LED RGB de notificaciones, un elemento casi desaparecido pero que muchos usuarios siguen echando de menos.
Interruptor físico de privacidad y control del usuario
Si hay un rasgo que diferencia de verdad a este móvil del resto del panorama Android e iOS, es la apuesta por controles físicos de privacidad. En uno de los laterales se sitúa un interruptor específico que permite desactivar al instante elementos sensibles del teléfono. Jolla lo presenta como una “Privacy Switch” configurable, que puede bloquear el micrófono, las cámaras, el Bluetooth, el subsistema de apps Android y otras funciones que el usuario considere delicadas.
En parte de la comunicación oficial se destaca que este interruptor corta a nivel de hardware componentes clave, algo que otros fabricantes orientados a la privacidad también han intentado en el pasado con los llamados “kill switches”. No obstante, algunos analistas matizan que la naturaleza configurable del sistema apunta a una gestión mixta hardware-software, y habrá que esperar a las unidades finales para saber hasta qué punto el corte es físico o depende de la capa de sistema.
Sea como sea, la idea es clara: facilitar un modo rápido en el que el teléfono deje de escuchar o transmitir información más allá de lo imprescindible para su funcionamiento básico, y aumentar la privacidad usando un navegador anti-rastreo. Este planteamiento puede resultar especialmente atractivo para periodistas, perfiles jurídicos, cargos públicos o cualquier persona que maneje información sensible y quiera una forma sencilla de blindar el dispositivo en determinados contextos.
La filosofía de control del usuario se extiende también al software. Sailfish OS 5 prescinde de cuentas obligatorias y servicios en la nube integrados por defecto, y deja a elección del propietario qué sincronizar, con quién y bajo qué servicios. El enfoque contrasta con el modelo predominante en Android e iOS, donde la creación de cuentas y la integración con ecosistemas de servicios suele ser un paso prácticamente imprescindible.
Batería extraíble, tapa intercambiable y soporte prolongado
Otro de los puntos llamativos del proyecto es la recuperación de una característica que hace años que prácticamente no se ve en la gama media y alta: una batería reemplazable por el usuario de 5.500 mAh. Esto permite alargar la vida útil del dispositivo sin pasar por un servicio técnico, y abre la puerta a llevar baterías de repuesto para viajes largos o jornadas intensivas lejos del cargador.
Junto a la batería, la tapa trasera también es intercambiable. Jolla ofrecerá al menos tres acabados: Snow White, Kaamos Black y The Orange, evocando paisajes nórdicos y el color que se ha convertido en seña de identidad visual de la marca. Además de la personalización estética, esta decisión facilita futuras sustituciones de la carcasa en caso de golpes o desgaste, algo poco habitual en un mercado dominado por construcciones selladas en cristal y metal.
La compañía ha prometido un mínimo de cinco años de soporte de sistema operativo para el Jolla Phone. Teniendo en cuenta que Sailfish OS ha seguido evolucionando durante más de una década, la idea es ofrecer un dispositivo que no quede obsoleto a los dos o tres años, reforzando así el argumento de sostenibilidad: menos renovaciones forzadas, menos residuos electrónicos y mayor aprovechamiento de los recursos invertidos.
Esta mezcla de batería extraíble, almacenamiento ampliable por microSD y tapa desmontable recuerda a la época en la que muchos móviles permitían al usuario hacerse cargo de gran parte del mantenimiento básico. En un contexto en el que la economía circular y el derecho a reparar ganan peso en la agenda europea, Jolla intenta alinearse con esas tendencias regulatorias y sociales.
Modelo de preventa, precio y foco en Europa
Para llevar este móvil Linux a producción, la empresa ha lanzado un bono de preventa de 99 € a través de su tienda online. Esta cantidad es totalmente reembolsable y se descuenta del precio final del terminal cuando llegue el momento de completar el pago. La condición inicial era alcanzar al menos 2.000 reservas antes del 4 de enero de 2026, umbral que se ha superado con holgura en cuestión de días según las cifras que la propia Jolla y la comunidad han ido compartiendo.
El precio completo para quienes han participado en esta primera ronda se sitúa en 499 €, impuestos incluidos en los países de la Unión Europea. La empresa estima que el precio de venta estándar, una vez se estabilice la producción, oscilará entre 599 y 699 €, en función de costes y volumen de fabricación. En cualquier caso, quienes hayan hecho la pre‑reserva podrán cancelar y recuperar su dinero en cualquier momento antes del cierre de la campaña si cambian de opinión.
Jolla deja claro que no puede competir en precio con los móviles Android producidos a gran escala, ya que combina componentes estándar -como el panel AMOLED o el SoC de MediaTek- con piezas a medida como el chasis, la batería extraíble o el sistema del interruptor de privacidad. La compañía confía en contrarrestar esa diferencia reforzando el valor añadido del software, el soporte prolongado y la mayor vida útil del hardware.
La producción y comercialización estarán radicadas en Europa, con un foco inicial en la UE, Reino Unido, Noruega y Suiza. El teléfono funcionará fuera de estos territorios gracias a la configuración de bandas prevista para itinerancia global, pero la venta directa se concentrará primero en estos países. La compañía no descarta abrir nuevos mercados -incluido Estados Unidos- si la demanda lo justifica.
Un proyecto cocreado con la comunidad Sailfish
Desde el inicio, Jolla ha querido que este nuevo terminal fuera un “Do It Together” (DIT) Linux phone, es decir, un teléfono creado junto a la comunidad. A lo largo de los últimos meses, la empresa ha lanzado encuestas y debates abiertos con usuarios de Sailfish OS para perfilar las especificaciones técnicas, priorizar prestaciones y evaluar el interés real por un nuevo dispositivo propio.
De ese proceso participativo han salido decisiones concretas como la capacidad de la batería, el uso de pantalla AMOLED, la inclusión de microSD, la apuesta por el 5G y la presencia del interruptor físico de privacidad. También la elección de los colores de la carcasa o la confirmación de que la compatibilidad con apps Android debía seguir siendo una parte importante del producto, aunque siempre como algo opcional.
El modelo de preventa con objetivo mínimo de unidades actúa, en la práctica, como una validación colectiva de que existe espacio para un móvil Linux europeo más allá de los ensayos de nicho. La empresa ya había ensayado con crowdfunding en su primer smartphone, pero ahora combina esa experiencia con un Sailfish mucho más maduro y con años de despliegue en dispositivos de terceros.
Jolla mantiene además canales públicos -foro oficial, redes sociales y comunicaciones periódicas- donde va actualizando el estado de la campaña, el número de pedidos y los próximos hitos del proyecto. Este tipo de transparencia es relevante en un sector donde muchos lanzamientos alternativos han quedado a medio camino por falta de información o por cambios de hoja de ruta mal comunicados.
A falta de que lleguen las primeras unidades a manos de los usuarios europeos, el nuevo Jolla Phone se perfila como una opción singular en el panorama móvil: un smartphone 5G con Sailfish OS 5, centrado en privacidad, reparabilidad y control del usuario, que asume abiertamente que no va a competir en precio ni catálogo de apps con Android o iOS, pero que ofrece algo que estos no priorizan: un sistema europeo basado en Linux, con interruptor físico de privacidad y una vida útil pensada para varios años de uso real, especialmente atractivo para quienes en España y en el resto de Europa buscan salirse del guion habitual sin renunciar a un terminal moderno y utilizable en el día a día.
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