Opera Neon mejora su IA: Investigación rápida y Gemini 3 Pro

Opera Neon se consolida como navegador agéntico de pago con foco en investigación profunda y automatización de tareas online.
Estrena modo de investigación de 1 minuto con ODRA y trabaja con múltiples agentes de IA en paralelo para generar informes estructurados.
Integra los modelos Google Gemini 3 Pro y Nano Banana Pro, con selector de modelo intercambiable en mitad del chat.
El agente Do ahora se integra con Google Docs y automatiza comparativas y redacción, pero el servicio sigue en acceso limitado y cuesta unos 20 dólares al mes.

Tras varios días de uso intensivo, Opera Neon deja una sensación extraña: por momentos parece un adelanto claro de cómo será la navegación web en los próximos años, y a ratos se siente como un experimento a medio cocer que pone a prueba la paciencia de quien lo instala. El navegador de Opera no es una simple versión con IA de su producto clásico, sino un intento serio de redefinir qué hace un navegador cuando dejamos de ser nosotros quienes pinchamos en cada enlace.

Neon mantiene la base reconocible de los navegadores de Opera —integraciones laterales de mensajería, acceso rápido a servicios de música en streaming, panel de control multimedia—, pero la capa verdaderamente diferencial llega con su enfoque agéntico. La idea es que el navegador deje de limitarse a responder preguntas y pase a actuar en nombre del usuario: abrir páginas, comparar precios, gestionar formularios o preparar documentos mientras el usuario se centra en otras tareas.

Un navegador con tres agentes principales y un laboratorio de IA por debajo

Para entender qué propone Opera Neon hay que asumir que no se trata solo de un navegador con un chatbot integrado, sino de un entorno donde conviven varios agentes de IA distintos, cada uno con funciones específicas. El usuario se mueve entre ellos dependiendo de lo que necesite hacer, con resultados desiguales pero interesantes.

Por un lado está Chat, el agente conversacional más clásico, pensado para responder dudas, resumir páginas web, traducir textos o sintetizar información. Su funcionamiento resulta familiar para cualquiera que haya probado otros asistentes de IA generativa, y en el día a día sirve para tareas rápidas dentro del propio navegador. Sin embargo, arrastra el mismo problema que muchos modelos similares: ocasionalmente se inventa datos o alarga las respuestas sin necesidad.

Donde Opera intenta diferenciarse de verdad es con Do, el agente encargado de “hacer cosas” en la web. Este componente puede abrir pestañas, navegar por diferentes sitios, rellenar campos y ejecutar flujos completos como buscar un vuelo, comparar varios productos o iniciar una reserva. Ver a Do trabajar resulta casi hipnótico: se mueve por la página, recorre formularios y avanza paso a paso. El inconveniente es que, a día de hoy, lo hace de forma todavía inconstante, cometiendo errores difíciles de corregir sobre la marcha y obligando al usuario a vigilar de cerca cada acción.

El tercer pilar es Make, el agente orientado a creación. Su función es generar código, pequeñas aplicaciones web, vídeos u otros recursos interactivos directamente desde el navegador. En pruebas prácticas ha sido capaz, por ejemplo, de construir juegos de memoria sencillos con vocabulario en español en cuestión de minutos: proyectos básicos, pero funcionales, que desaparecen cuando se cierra la pestaña. Es una especie de “minidesarrollador” integrado, con mucho margen de mejora, pero que apunta a un tipo de uso distinto al de un navegador tradicional.

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Todo este sistema se completa con las denominadas Cards, unas plantillas configurables de instrucciones que actúan como atajos reutilizables de prompts. El usuario puede combinarlas —por ejemplo, mezclar acciones de resumen y comparación o decisiones y seguimiento— o crear las suyas propias para no partir de cero en cada interacción. Es un enfoque que intenta capturar la experiencia acumulada del usuario y convertirla en parte del propio navegador, en la línea de lo que otras herramientas agénticas están explorando.

ODRA y la investigación profunda en un minuto

La gran novedad reciente es la incorporación de Opera Deep Research Agent (ODRA), un agente especializado en investigación avanzada que se integra con Chat, Do y Make para convertir el navegador en un centro de trabajo orientado a informes y análisis largos. En lugar de limitarse a devolver una respuesta corta, ODRA recorre distintas fuentes, cruza referencias y genera documentos estructurados con citas.

Con la última actualización, ODRA estrena un modo de “investigación en 1 minuto” pensado para quienes necesitan algo más rico que un simple resumen, pero no un estudio completo que tarde varios minutos u horas. En este modo, Neon divide la consulta en múltiples subproblemas y pone a trabajar a varios “investigadores virtuales” en paralelo sobre la misma tarea. El resultado es un informe compacto, con fuentes citadas y estructura razonable, que aspira a situarse entre la respuesta típica de un chat y una investigación profunda completa.

Opera destaca que su agente de investigación profunda obtiene puntuaciones elevadas en pruebas comparativas como DeepResearch Bench, situándolo a la altura de las soluciones de Google y OpenAI para tareas de análisis complejo. Más allá de los números, la intención es clara: que el navegador sirva como herramienta útil de productividad para quienes trabajan con mucha información, no solo como un escaparate tecnológico.

Selector de modelo y llegada de Gemini 3 Pro y Nano Banana Pro

Otro paso importante en la evolución de Neon es la integración de nuevos modelos de IA de Google y la posibilidad de elegir cuál se utiliza en cada momento. El navegador incluye ahora un selector de modelo para las conversaciones de Neon Chat, que permite alternar entre diferentes sistemas sin perder el contexto del diálogo.

Entre las opciones disponibles destacan Google Gemini 3 Pro, orientado a tareas exigentes y análisis complejos, y Nano Banana Pro, un modelo de generación y edición de imágenes que se suma al repertorio visual del navegador. El usuario puede cambiar de uno a otro a mitad de conversación, conservando el historial y el hilo de la sesión, de modo que puede recurrir a más potencia cuando lo necesita o a modelos más ligeros para consultas rápidas.

Esta capacidad de intercambiar “cerebro” sobre la marcha busca aprovechar el ecosistema de modelos avanzados sin forzar al usuario a casarse con una sola opción. El enfoque encaja con la idea de Neon como laboratorio vivo, preparado para integrar tecnologías de IA prácticamente en cuestión de horas desde su anuncio, según subraya la propia Opera. Desde la compañía insisten en que muchas de estas integraciones se han diseñado de la mano de la comunidad de desarrolladores que participa en el programa de acceso anticipado.

El agente Do se alía con Google Docs

Entre las peticiones más repetidas por los usuarios tempranos estaba la integración con herramientas ofimáticas en la nube. La última actualización responde a esa demanda permitiendo que Neon Do trabaje directamente con Google Docs. A partir de ahora, el usuario puede pedir al navegador que prepare documentos de comparación de productos, redacte borradores o actualice textos ya existentes sin abandonar la pestaña.

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El proceso es sencillo: basta con elegir el agente Do en el menú del navegador y añadir a la instrucción que se desea crear o editar un documento de Google Docs. El agente se encarga de abrir el documento, volcar los datos obtenidos de la web, añadir o eliminar información relevante e incluso cambiar el título del archivo si se le solicita. En casos prácticos, esto permite automatizar desde sencillas listas de pros y contras hasta recopilaciones más extensas a partir de varias páginas abiertas.

En la teoría, este tipo de integración encaja muy bien con la promesa original de Neon: que el navegador asuma y automatice tareas repetitivas como recopilar datos, copiar y pegar información o formatear comparativas, ahorrando tiempo a quien investiga. En la práctica, la experiencia sigue requiriendo supervisión, sobre todo cuando intervienen formularios complejos, servicios de terceros o flujos con muchos pasos. Aun así, para usuarios avanzados que trabajan habitualmente con documentos compartidos, se trata de una de las mejoras más tangibles de esta versión.

Un producto de pago en un mercado donde la IA suele ser gratuita

Más allá de las funciones, Opera Neon destaca por una decisión que lo separa del resto de navegadores con IA del mercado: es un servicio de suscripción de pago. El acceso al navegador agéntico cuesta en torno a 19,99 dólares al mes y sigue estando limitado a un número reducido de usuarios dentro de un programa de acceso anticipado. Para entrar, es necesario registrarse y esperar invitación.

Esta estrategia choca de frente con el enfoque mayoritario del sector. A día de hoy, gigantes como Google integran Gemini en Chrome, Microsoft lleva Copilot a múltiples productos, Perplexity combina su navegador con Comet y OpenAI ofrece ChatGPT Atlas dentro de sus servicios, en muchos casos sin coste adicional para el usuario final del navegador. El mensaje implícito es que la IA en la navegación debe ser ubicua y gratuita, al menos en sus funciones básicas.

Opera sostiene una tesis distinta: si un navegador va a controlar pestañas, acceder a sitios donde ya estamos identificados, manejar compras o enviar correos, necesita un modelo económico que no dependa de monetizar los datos personales. Según esta visión, cobrar una cuota mensual permitiría evitar modelos basados en vigilancia y publicidad invasiva, asegurando que el cliente es el usuario y no los intermediarios publicitarios, y ayudar a proteger tu privacidad.

La arquitectura técnica de Neon apunta en esa dirección, con un sistema híbrido en el que las tareas más sensibles se ejecutan localmente sin enviar contraseñas a la nube, mientras que otros procesos se apoyan en servidores remotos. Es una apuesta que llega en un momento complejo, en plena saturación de servicios con IA y con usuarios cada vez más cansados de nuevas suscripciones, pero que plantea un debate relevante sobre quién tiene el control en la futura web agéntica.

Opera Neon dentro del ecosistema de navegadores de Opera

Neon no sustituye al navegador principal de la compañía ni al resto de productos de la marca. Opera mantiene su oferta tradicional, con Opera One como buque insignia para quienes buscan una navegación agradable y versátil, Opera GX orientado al público gamer y Opera Air con un enfoque más minimalista, y alternativas como Sidekick browser. Todos ellos incluyen soluciones de IA gratuitas e independientes de modelos concretos de lenguaje.

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En ese contexto, Neon se posiciona como la opción experimental para usuarios avanzados que quieren influir en el futuro de la navegación. Opera lo define abiertamente como un “laboratorio de pruebas” en el que introducir de manera acelerada las tecnologías de IA más recientes, ajustando la experiencia a partir del feedback de una comunidad relativamente reducida pero muy activa. De ahí que convivan funciones todo lo maduras que cabría esperar en un producto comercial con otras que todavía muestran comportamientos erráticos.

La compañía noruega presume de contar con unos 300 millones de usuarios entre todos sus navegadores, pero es consciente de que no todos buscan lo mismo. En lugar de una única solución para todos los perfiles, propone una familia de productos donde Neon ocupa el espacio más arriesgado y especulativo, pensado para quienes aceptan convivir con fallos a cambio de ir un paso por delante en las tendencias de navegación.

Entre la fascinación tecnológica y las costuras de una beta cara

La experiencia sostenida con Opera Neon refleja esa dualidad. Por un lado, resulta estimulante ver a un navegador intentar algo más que incrustar un cuadro de chat en una barra lateral. La forma en que Do se mueve por las páginas, cómo ODRA reparte una consulta compleja entre varios agentes o la posibilidad de saltar entre modelos de Google para aprovechar mejor sus puntos fuertes dibujan un futuro donde muchas tareas burocráticas online serán delegables.

Por otro, el conjunto sigue teniendo un carácter abiertamente experimental. Los errores de interpretación de Do, las respuestas demasiado largas de Chat, ejemplos de Cards poco pulidos o la necesidad de corregir manualmente acciones que el agente no comprende bien hacen que la promesa de “el navegador que trabaja por ti” aún no se cumpla de forma consistente. Neon puede ahorrar tiempo en ciertos casos muy concretos, pero también lo desperdicia cuando obliga a repetir procesos por fallos del agente.

En este contexto, la cuota de unos 20 dólares al mes coloca al producto en una posición delicada frente a alternativas gratuitas o incluidas dentro de otros servicios. El público al que más podría encajarle hoy es el de los llamados power users: personas que pasan buena parte de la jornada comparando información, elaborando informes o construyendo pequeñas herramientas y que estén dispuestas a pagar por un adelanto de lo que vendrá, aun asumiendo imperfecciones.

A día de hoy, Opera Neon se presenta como un navegador agéntico intrigante y todavía inmaduro, un “campo de pruebas” de pago que ofrece avances reales en automatización de tareas, investigación rápida e integración con modelos avanzados de Google, pero que exige tolerar una buena cantidad de fricción. Para el usuario medio europeo, que ya cuenta con navegadores consolidados y funciones de IA sin coste, su propuesta resulta más una invitación a participar en la fase experimental de la próxima generación de navegadores que un relevo inmediato para las herramientas que utiliza a diario.