- Starlink fue activado sobre Irán tras el corte de internet decretado por el gobierno iraní durante un episodio de tensión con Israel.
- Más de 20.000 terminales Starlink circulan en Irán a través del mercado negro, permitiendo el acceso alternativo a la red en el país.
- El apagón de internet redujo la conectividad nacional casi a la mitad, según organizaciones independientes de monitoreo.
- El desafío de Starlink ha intensificado el pulso entre el control estatal iraní, la censura y la tecnología satelital internacional.
La reciente escalada de tensión en Oriente Medio ha vuelto a situar la conectividad digital en el centro del debate internacional. El acceso a internet en Irán ha estado gravemente limitado debido a medidas gubernamentales implementadas tras los ataques militares lanzados por Israel sobre objetivos iraníes estratégicos.
En este contexto, el nombre de Elon Musk y el sistema de internet satelital Starlink han cobrado especial relevancia. Una breve publicación del empresario en la red social X (“Los haces están encendidos”) ha confirmado la habilitación del servicio en territorio iraní, un movimiento que supone un desafío directo al control digital impuesto por el régimen de Teherán.
Apagón digital y respuesta satelital
A raíz de los recientes ataques israelíes, el Ministerio de Comunicaciones iraní anunció “restricciones temporales” al acceso digital: la decisión buscaba aislar a la población de fuentes de información externas bajo el argumento de mantener la seguridad interna tras lo que consideraban una agresión extranjera.
Los datos de organizaciones de monitoreo como NetBlocks señalan que el tráfico de internet en Irán cayó cerca de un 50% tras la imposición del corte, dejando desconectados de redes sociales, mensajería y servicios informativos a millones de personas en el país.
La red de satélites de Starlink, desplegada por SpaceX, permite acceso a internet sin depender de la infraestructura de telecomunicaciones local. La activación comunicada por Musk ha facilitado que muchos iraníes, especialmente aquellos que acceden a antenas y terminales Starlink por vías no oficiales, puedan volver a conectarse y sortear el apagón informativo.
La conectividad ilegal y su impacto en el control estatal
Las estimaciones apuntan a que actualmente funcionan en Irán unas 20.000 terminales Starlink, muchas de ellas introducidas a través de redes clandestinas o en el mercado negro. Aunque el servicio no está oficialmente autorizado en el país, estos dispositivos se han transformado en una herramienta clave para activistas, periodistas y ciudadanos que desean mantener el acceso a información no censurada.
El uso de estos sistemas no solo implica riesgos legales para quienes los poseen, ya que el gobierno iraní considera ilegal la operación de servicios de internet no sancionados, sino que también ha provocado llamados internacionales al control de estas terminales. Tras episodios anteriores de activación, como los ocurridos en 2022 durante las protestas tras la muerte de Mahsa Amini, la Unión Internacional de Telecomunicaciones instó a bloquear la red no autorizada, aunque la dispersión y dificultad de rastreo han dificultado que la medida sea efectiva.
Si bien Starlink no suele emitir comunicados oficiales sobre su servicio en zonas con restricciones, la confirmación pública de Musk ha avivado la tensión entre la compañía y las autoridades de Irán, que consideran una amenaza a su capacidad de mantener el control informativo.
El papel de Starlink en los conflictos y la “guerra digital”
La tecnología satelital en contextos bélicos no es exclusiva de Irán. La experiencia previa de Starlink en otras regiones en conflicto ha demostrado el valor de estos sistemas para garantizar la comunicación cuando las infraestructuras tradicionales han sido afectadas o bloqueadas.
Este episodio además tiene graves consecuencias en la escena política y militar: las ofensivas israelíes dejaron varias bajas entre altos cargos de las fuerzas armadas iraníes, como el mayor general Mohammad Bagheri y el comandante Hossein Salami. En respuesta, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se dirigió directamente al pueblo iraní animándoles a responder al régimen islámico y destacando que el enfrentamiento no es contra los ciudadanos, sino contra las autoridades del país.
Desafíos tecnológicos y riesgos para los usuarios
Aunque la presencia de Starlink ofrece una alternativa para quienes buscan información y comunicación libremente, no está exenta de dificultades. El servicio no está oficialmente disponible en Irán y acceder a sus terminales implica riesgos legales, además de la posibilidad de persecución por parte de las autoridades. En otros países con restricciones similares, poseer estos dispositivos puede conllevar penas de cárcel.
También quedan dudas sobre la operatividad de servicios avanzados como ‘Direct to Cell’, dado que, de momento, esta función solo se ha habilitado en países con acuerdos de telefonía local, como Estados Unidos, Canadá o Japón.
La cuestión de fondo es hasta dónde puede llegar la tecnología para limitar la censura o la vigilancia estatal en escenarios de conflicto. Cada vez que una antena Starlink entra en funcionamiento en Irán, la barrera informativa oficial pierde efectividad, pero también se incrementa la presión sobre quienes desafían las restricciones.
La situación en Irán ilustra cómo la conectividad global, impulsada por iniciativas tecnológicas privadas, introduce nuevas variables en la pugna por el control de la información en zonas de crisis. La “guerra digital” ya no se libra solo con cables y servidores nacionales, sino también con miles de satélites en el cielo y terminales ocultas en hogares, oficinas y rincones de la sociedad iraní.
Los últimos acontecimientos han evidenciado que, a pesar del endurecimiento de la censura y los intentos de corte total de internet, la tecnología satelital abre vías inesperadas de comunicación para quienes se ven afectados por apagones estatales. Starlink continúa en el centro de la controversia, entre la innovación y el desafío político, mientras la sociedad iraní y la comunidad internacional observan cómo evoluciona esta nueva batalla por la conectividad y la libertad digital.
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