- Un corte masivo de luz en San Francisco dejó semáforos fuera de servicio y puso en aprietos a los robotaxis de Waymo.
- Waymo detuvo temporalmente su servicio sin conductor, mientras Tesla destacó que sus vehículos no se vieron afectados.
- La incidencia reabre el debate sobre la madurez de la conducción autónoma y la necesidad de supervisión humana.
- Europa y España observan con atención estos fallos para definir sus propias normas sobre movilidad autónoma.
Los robotaxis de Waymo y la apuesta autónoma de Tesla han vuelto al centro del debate tras un gran apagón en San Francisco que dejó sin luz a decenas de miles de vecinos y paralizó semáforos en algunas de las vías más transitadas de la ciudad. El incidente, lejos de ser un simple fallo puntual, ha servido como una especie de stress test real para la movilidad sin conductor.
Mientras los vehículos de Waymo, totalmente autónomos, se vieron obligados a detener servicios y quedarse bloqueados en intersecciones sin señalización, Elon Musk aprovechó la ocasión para subrayar que los Tesla Robotaxis no se habrían visto afectados por la misma situación, aunque la propia empresa aún no opera un servicio comercial sin conductor en San Francisco.
Un apagón masivo que pone contra las cuerdas a los robotaxis
El corte de energía comenzó alrededor de la 1 de la tarde del sábado y alcanzó su pico un par de horas después, afectando, según la compañía eléctrica Pacific Gas & Electric (PG&E), a unos 130.000 clientes entre hogares y negocios de San Francisco. La avería se originó en un incendio en una subestación que causó daños calificados como “significativos y extensos”.
La falta de suministro dejó semáforos apagados en puntos clave de la ciudad, con especial impacto en zonas como Presidio, el distrito de Richmond, el parque Golden Gate y parte del centro. Esta situación complicó la circulación general y generó un escenario especialmente delicado para los vehículos autónomos, que dependen en gran medida de la correcta señalización vial.
Testigos en redes sociales y residentes de la ciudad compartieron vídeos en los que se veía a varios coches de Waymo detenidos en mitad de calles e intersecciones, incapaces de avanzar con normalidad. Un vecino de San Francisco relató que vio al menos tres robotaxis parados en el tráfico, uno de ellos quieto en medio de Turk Boulevard, lo que incrementó la ya complicada congestión provocada por el apagón.
Las autoridades municipales, incluida la alcaldía, desplegaron policía, bomberos y personal de control de tráfico en los barrios más afectados para intentar ordenar la circulación en ausencia de semáforos. Aun así, la presencia de vehículos sin conductor atascados en puntos neurálgicos añadió una capa extra de caos al escenario urbano.
Hasta el domingo por la mañana, aproximadamente 21.000 abonados seguían sin electricidad, y PG&E reconocía que todavía no podía ofrecer un calendario preciso para la restauración completa del servicio, prolongando la incertidumbre tanto para residentes como para operadores de movilidad.
La reacción de Waymo: pausa del servicio y coordinación con la ciudad
Ante la magnitud del apagón, Waymo decidió suspender temporalmente su servicio de transporte sin conductor en el Área de la Bahía. La compañía explicó que su tecnología está diseñada para tratar los semáforos no operativos como intersecciones con parada de cuatro vías, pero reconoció que la magnitud de la incidencia provocó que algunos vehículos permanecieran quietos más tiempo del habitual para confirmar la seguridad del cruce.
Portavoces de la empresa señalaron que la interrupción energética fue un evento generalizado que paralizó buena parte del tráfico en San Francisco, y que su prioridad fue garantizar que sus robotaxis se adaptaran de la forma más segura posible al entorno alterado. Según la compañía, la mayoría de los trayectos activos se completaron sin incidentes antes de que los vehículos regresaran a las cocheras o quedaran detenidos en modo seguro.
Waymo aseguró haber coordinado de cerca con las autoridades locales y detuvo su servicio desde la noche del sábado y durante buena parte de la mañana del domingo. No obstante, la empresa no detalló de inicio cuándo retomaría completamente sus operaciones ni especificó si alguno de sus vehículos había estado implicado en colisiones durante el apagón.
Para la compañía, el episodio supone un toque de atención técnico y reputacional: el incidente ha puesto al descubierto cómo situaciones relativamente previsibles, como fallos eléctricos masivos, pueden poner a prueba las estrategias de redundancia y la lógica de decisión de los vehículos autónomos.
Medios especializados en tecnología contactaron con Waymo para profundizar en las causas exactas del bloqueo de sus robotaxis y en las medidas que se plantean para evitar que futuros cortes de energía o fallos en la infraestructura provoquen escenarios de tráfico similares.
Tesla entra en la conversación: mensaje de Musk y diferencias clave
En pleno revuelo por los problemas de Waymo, Elon Musk intervino en la red social X con un mensaje breve pero llamativo: “Los Tesla Robotaxis no se vieron afectados por el corte de energía de SF”. El comentario, más allá de la evidente intención de marcar perfil frente a Waymo, generó confusión sobre el estado real de los servicios de Tesla en la ciudad.
En la práctica, Tesla no opera aún un servicio de robotaxi completamente sin conductor en San Francisco. Lo que sí ofrece es un sistema de transporte basado en vehículos equipados con su paquete avanzado de asistencia a la conducción, conocido como “FSD (supervisado)”. Este sistema requiere obligatoriamente que haya un conductor humano al volante, preparado para tomar el control en cualquier momento.
Los reguladores de California, incluido el Departamento de Vehículos Motorizados (DMV) y la Comisión de Servicios Públicos del estado, han dejado claro que Tesla no dispone de permisos para realizar pruebas o prestar servicios totalmente sin conductor, es decir, sin supervisores de seguridad humanos en el asiento del conductor.
Aun así, Tesla se posiciona como un competidor directo en la carrera por los robotaxis, con una aplicación que permite a los usuarios solicitar viajes en vehículos dotados de FSD. En la actualidad, incluso en aquellos territorios donde cuenta con permisos para operaciones autónomas más avanzadas, la empresa sigue recurriendo a conductores de seguridad o supervisores a bordo de los coches.
La diferencia fundamental entre ambos enfoques es que el servicio de Waymo en San Francisco sí opera de forma totalmente autónoma, sin nadie en el asiento del conductor, mientras que los robotaxis de Tesla mantienen una capa humana de seguridad. Este matiz es clave para entender por qué una tecnología puede quedar “atascada” ante un cambio brusco en el entorno, mientras la otra conserva la opción de que un conductor humano tome decisiones en tiempo real.
Dos filosofías tecnológicas: cámaras frente a LiDAR y mapas HD
El contraste entre Tesla y Waymo no se limita al modelo de negocio o al nivel de autonomía permitido por los reguladores; también se extiende al enfoque técnico que cada compañía adopta para “ver” la carretera. Los vehículos de Tesla dependen sobre todo de cámaras y redes neuronales que procesan las imágenes en tiempo real para imitar decisiones humanas en situaciones nuevas.
Este planteamiento hace que Tesla no base todo su sistema en mapas detallados del entorno, sino en la interpretación directa de lo que “ven” las cámaras. En teoría, este método podría ofrecer más flexibilidad ante cambios repentinos en la señalización, siempre que el software sepa interpretar correctamente la escena, incluso cuando los semáforos se apagan o cambian las condiciones urbanas previstas.
Waymo, por su parte, combina LiDAR, radar y mapas HD de alta precisión que se actualizan de manera constante. Este ecosistema le permite moverse con muchísima precisión en entornos conocidos y bien cartografiados, pero, como se ha visto en el apagón de San Francisco, puede encontrarse con dificultades cuando se produce una alteración súbita no contemplada en los mapas, como que una intersección semaforizada pase a comportarse de hecho como una parada de cuatro sentidos.
El apagón ha sido interpretado por algunos expertos como una señal de que la industria de los vehículos autónomos todavía debe mejorar la gestión de situaciones límite o “no mapeadas”, en las que la lógica del sistema debe adaptarse de forma rápida sin una referencia clara en sus datos previos. La capacidad de reacción ante eventos poco frecuentes, pero previsibles, se vuelve un punto sensible para convencer a la opinión pública.
En todo caso, las dos aproximaciones muestran que no existe todavía un modelo único de referencia para la conducción autónoma, y que el mercado está probando soluciones diversas que, inevitablemente, se enfrentan a la prueba del mundo real con sus imprevistos.
Confianza del público y lecciones para Europa y España
Los problemas de Waymo durante el apagón se producen en un momento en el que la percepción social de los vehículos autónomos sigue siendo muy prudente. Una encuesta reciente de la Asociación Estadounidense del Automóvil (AAA) apuntaba que alrededor de dos tercios de los conductores en Estados Unidos se declaran asustados o reticentes ante la idea de compartir la carretera con coches que se conducen solos.
Investigadores especializados en movilidad, como Bryan Reimer, del Centro de Transporte del MIT, consideran que el episodio de San Francisco demuestra que las ciudades todavía no están listas para una presencia masiva de vehículos altamente automatizados en sus calles. Según este enfoque, se ha sobreestimado la solidez de la tecnología en determinados escenarios, y se ha infravalorado la necesidad de contar con sistemas de respaldo humanos.
Reimer subraya que los cortes de energía forman parte de los riesgos previsibles de cualquier gran ciudad, por lo que las soluciones de movilidad autónoma deberían estar preparadas para gestionarlos con fluidez. Su planteamiento pasa por combinar inteligencia humana y mecánica y por establecer límites claros a la penetración máxima de robotaxis y otros vehículos automatizados en determinadas áreas urbanas.
Desde la óptica europea, episodios como este sirven como un banco de pruebas ajeno pero muy útil. La Unión Europea ha avanzado en marcos regulatorios para la conducción automatizada y los sistemas avanzados de asistencia, pero mantiene una postura prudente y escalonada. Países como Alemania, Francia, España o los países nórdicos están probando proyectos piloto en entornos controlados, con exigencias estrictas sobre supervisión y responsabilidad.
En España, donde todavía no existe un despliegue masivo de robotaxis ni servicios sin conductor abiertos al público, las autoridades miran con lupa lo que ocurre en lugares como San Francisco. La Dirección General de Tráfico y los reguladores de transporte tendrán que valorar cómo integrar, en el futuro, servicios de movilidad autónoma sin repetir errores ajenos, especialmente en lo relativo a planes de contingencia ante apagones u otras emergencias urbanas.
Lo sucedido en San Francisco con los robotaxis de Waymo y el mensaje oportunista de Tesla ha dejado claro que la carrera por la conducción autónoma está aún en fase de aprendizaje: la tecnología muestra avances notables, pero también grietas cuando el entorno se sale del guion previsto. Para las ciudades europeas y para España, que toman nota desde la distancia, este tipo de incidentes refuerza la idea de que la integración de los coches sin conductor debe hacerse con calma, exigiendo sistemas de respaldo humanos y protocolos claros para situaciones de crisis, al tiempo que se evalúa con lupa qué modelo tecnológico -el de Tesla, el de Waymo o un híbrido- encaja mejor con la seguridad y las expectativas de los usuarios.
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