- La UE retoma la propuesta de escanear chats cifrados para combatir el abuso infantil.
- Dinamarca impulsa la medida desde la presidencia del Consejo; Alemania será decisiva en la votación.
- El sistema de escaneo plantea riesgos para la privacidad y podría sentar precedentes globales.
- Críticos alertan sobre una posible vigilancia masiva y erosión de derechos digitales.
En los pasillos de Bruselas se viven días agitados tras el regreso a la mesa de un debate que parecía estancado: la propuesta de la Unión Europea para imponer el escaneo obligatorio de mensajes en aplicaciones de mensajería como WhatsApp, Telegram o Signal. Si nada lo impide, el próximo 14 de octubre se votará una normativa que podría cambiar la relación entre privacidad y vigilancia digital en Europa.
El detonante ha sido la llegada de Dinamarca a la presidencia rotatoria del Consejo de la UE. El país nórdico ha colocado el escaneo de mensajes cifrados entre sus prioridades, relanzando la iniciativa conocida como Chat Control o CSAR, que obliga a que los mensajes, archivos, fotos y enlaces sean examinados antes de ser cifrados en el móvil del usuario. El objetivo es frenar la difusión de material de abuso sexual infantil online, pero la medida enfrenta críticas contundentes de defensores de la privacidad y expertos en seguridad informática.
¿Por qué el escaneo de chats genera tanta polémica?
La novedad de la propuesta reside en el escaneo automático desde el propio dispositivo antes de que la comunicación sea protegida por cifrado de extremo a extremo. Esto significa que ningún mensaje, imagen o vídeo quedaría fuera del escrutinio previo. Uno de los argumentos principales en contra, defendido por ONG, tecnólogos y políticos, es que se debilita la privacidad de millones de ciudadanos y se abre la puerta a la vigilancia masiva.
Expertos advierten además que el sistema de escaneo podría generar un elevado número de falsos positivos, con estudios que estiman tasas de hasta el 80%. Estas cifras anticipan un escenario de denuncias masivas por error y una sobrecarga en los sistemas judiciales. A la vez, se teme que una vez instaurada, la infraestructura de control pueda utilizarse con otros fines distintos al original, comprometiendo derechos fundamentales como la libertad de expresión y el secreto de las comunicaciones.
Un proceso lleno de obstáculos y desencuentros
La idea de escanear los chats no es nueva. Desde 2022, varias versiones de la ley han fracasado por falta de consenso o tras chocar con sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que defiende el cifrado robusto como garantía de privacidad. Polonia, Bélgica y otros países han intentado alternativas, como limitar el escaneo solo a contenidos multimedia y exigir el consentimiento explícito de los usuarios, pero ninguna ha logrado el respaldo suficiente.
Esta vez, la presidencia danesa busca un enfoque más estricto y ha conseguido que varios Estados inicialmente en contra ahora se mantengan en una postura ambigua. Todo apunta a que la llave de la aprobación está en manos de Alemania, cuyo nuevo gobierno aún no se ha posicionado públicamente, lo que añade más incertidumbre al proceso.
La decisión del 14 de octubre dependerá de si se logran sumar los votos necesarios para que la norma salga adelante. De ser así, plataformas como WhatsApp, Signal, Telegram o incluso servicios de correo y VPN que usen cifrado tendrán que modificar su funcionamiento para adaptarse a las exigencias de la legislación europea.
Impacto global del escaneo de chats en la UE
La entrada en vigor de esta ley no solo afectaría a los usuarios europeos. Al debilitar el cifrado en aplicaciones globales y establecer un mecanismo de vigilancia preventiva, otros gobiernos podrían verse tentados a replicar el modelo. Se abriría así un precedente peligroso para el futuro del cifrado y la privacidad digital a nivel internacional.
La Comisión Europea y organismos que abogan por la protección de menores defienden que las herramientas actuales son insuficientes. Por el contrario, entidades como el Supervisor Europeo de Protección de Datos, ONGs y expertos de ciberseguridad insisten en que la nueva normativa erosionaría los derechos fundamentales, introduciendo vulnerabilidades y riesgos de abuso institucional que pueden marcar el inicio de una nueva era de vigilancia masiva.
La cuenta atrás hacia el 14 de octubre está en marcha. El desenlace de la votación, y sobre todo la posición que adopte Alemania, determinarán si la balanza se inclina hacia un mayor control y seguridad o hacia la defensa de la privacidad y las libertades digitales. El foco está puesto en Bruselas, donde no solo se debate una norma, sino la propia naturaleza de la vida digital europea en los próximos años.
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