- El inicio rápido de Windows agiliza el arranque pero puede causar numerosos problemas de estabilidad y compatibilidad.
- Puede dificultar la instalación de actualizaciones, acceso a la BIOS/UEFI y el uso de discos SSD o sistemas multiboot.
- Desactivar el inicio rápido es recomendable ante errores inexplicables, mejoras de hardware o si se prioriza la fiabilidad y la seguridad.
¿Alguna vez has notado que tu PC con Windows arranca en un abrir y cerrar de ojos, pero de repente empiezas a notar pequeños fallos, bloqueos o problemas extraños con el hardware? Puede que se trate de los efectos negativos del inicio rápido de Windows, los cuales vamos a analizar en este artículo.
La función de «inicio rápido» está presente en el sistema operativo de Microsoft desde Windows 8. Fue concebida para acelerar el arranque, lo cual es una gran ventaja. Sin embargo, aunque la idea era buena, se convirtió también en una fuente de problemas. Tantos que son muchos los expertos que aconsejan desactivarla.
¿Qué es exactamente el inicio rápido de Windows?
El inicio rápido, conocido también como Fast Startup, es una característica pensada para reducir significativamente el tiempo que tarda tu ordenador en estar listo después de un apagado. Fue incorporada a partir de Windows 8 y está habilitada por defecto en Windows 10 y Windows 11 en la mayoría de equipos.
¿Cómo lo consigue? Al apagar el equipo, en lugar de realizar un apagado total, Windows guarda parte del estado del sistema operativo y los drivers esenciales en un archivo especial de hibernación. Así, cuando lo vuelves a encender, el sistema recupera esa información en vez de arrancar desde cero.
Windows introdujo esta función para reducir tiempos de espera y mejorar la experiencia de usuario, sobre todo en ordenadores con discos duros mecánicos (HDD), que notaban muchísimo la diferencia respecto al arranque tradicional. Microsoft recomienda, por tanto, tenerlo activado. Sin embargo, hay efectos negativos del Incio rápido de Windows que aconsejan justo lo contrario.
¿Cómo trabaja el inicio rápido? Apagar, suspender, hibernar… ¿Es lo mismo?
El inicio rápido no es igual a hibernar ni a suspender. Es más bien un híbrido, y por eso puede resultar confuso. Estas son las diferencias:
- Suspender: Se mantienen abiertos los programas y sesiones. El equipo entra en modo de bajo consumo, pero sigue usando algo de energía para mantener la RAM activa.
- Hibernar: El contenido de la RAM se guarda en el disco (archivo hyberfil.sys) y el equipo se apaga por completo. Al volver a encender, recuperas todo tal cual lo dejaste.
- Apagar con inicio rápido: Se cierran los programas y sesiones, pero el estado esencial del sistema operativo y drivers se guarda parcialmente en el archivo de hibernación. Así, al encender, el arranque es mucho más rápido.
- Apagar sin inicio rápido: Apagado total. Todo se cierra y, al encender, Windows arranca desde cero.
- Reiniciar: Equivale a un apagado completo y arranque desde cero. Aquí no interviene el inicio rápido.
La clave está en que el inicio rápido solo actúa cuando apagas (no cuando reinicias), y no recupera programas abiertos ni el estado exacto de la sesión, a diferencia de la hibernación completa.
Efectos negativos y problemas reales del inicio rápido
¿Cuáles son esos efectos negativos del inicio rápido en Windows? Esta es una recopilación de los problemas más habituales y preocupantes:
Dificultades con la instalación de actualizaciones
Uno de los efectos más frecuentes del inicio rápido es que impide o retrasa la correcta aplicación de actualizaciones de Windows y drivers. Muchas actualizaciones solo se completan tras un apagado completo, pero el inicio rápido impide ese “inicio en frío”. Si el usuario apaga y enciende pensando que todo está correcto, pero no reinicia, los cambios pueden no aplicarse y generar inestabilidades.
Reducción de la vida útil de los discos SSD
En equipos que incorporan discos SSD, emplear el inicio rápido puede tener consecuencias negativas: cada vez que apagas, se escribe información importante en el archivo de hibernación. Esto, con el tiempo, aumenta el número de ciclos de escritura en la unidad y podría afectar (ligeramente) a la vida útil del disco.
Problemas de estabilidad y arranques anómalos
Cuando el sistema operativo o algún driver deja de funcionar correctamente, el inicio rápido puede perpetuar ese estado defectuoso. Como la información dañada del sistema puede ser guardada y recuperada una y otra vez, el problema “se arrastra” de un encendido a otro.
Dificultades en sistemas con arranque dual (multiboot)
Si tu ordenador tiene más de un sistema operativo (por ejemplo, Windows y Linux), el inicio rápido puede bloquear el acceso al otro SO al estar la unidad de disco “bloqueada” por Windows. Esto no solo impide arrancar el segundo sistema, sino que además puede provocar corrupción de datos si se fuerza el acceso.
Problemas al acceder a la BIOS o UEFI
Uno de los efectos más desconcertantes que se han reportado es la imposibilidad de acceder a la BIOS/UEFI del equipo al arrancar cuando está el inicio rápido activado. El ordenador puede saltarse por completo la posibilidad de entrar en el menú de configuración, o dejar teclados y puertos USB inoperativos durante el arranque.
Fallos con cifrado de disco y programas de seguridad
Usuarios de aplicaciones de cifrado de disco (como por ejemplo TrueCrypt) han señalado que la interacción entre el inicio rápido y los discos encriptados puede provocar fallos de acceso e incluso corrupción de datos.
Cómo desactivar o activar el inicio rápido paso a paso
Para evitar los efectos negativos del inicio rápido de Windows, el remedio es simple: desactivar esta función. El proceso es simple y no requiere de conocimientos avanzados:
- Abre el Panel de Control de Windows escribiéndolo en el menú de inicio.
- Entra en Sistema y seguridad y elige Opciones de energía.
- Busca y haz clic en Cambiar la acción de los botones de inicio/apagado.
- Pulsa en Cambiar la configuración actualmente no disponible (puede requerir que seas administrador).
- Baja hasta el apartado Configuración de apagado y desmarca la casilla Activar inicio rápido (recomendado).
- Haz clic en Guardar cambios y cierra la ventana.
El cambio será efectivo en el próximo apagado y encendido. Si observas mejorías, puedes dejarlo así; si no notas diferencia o tienes un equipo muy lento, puedes revertir la opción en cualquier momento.
El inicio rápido es uno de esos añadidos que, aunque pensado para mejorar nuestra experiencia, puede llegar a complicarnos la vida. Conociendo sus pros y contras, ya puedes decidir si te conviene dejarlo activado o no.
Redactor especializado en temas de tecnología e internet con más de diez años de experiencia en diferentes medios digitales. He trabajado como editor y creador de contenidos para empresas de comercio electrónico, comunicación, marketing online y publicidad. También he escrito en webs de economía, finanzas y otros sectores. Mi trabajo es también mi pasión. Ahora, a través de mis artículos en Tecnobits, intento explorar todas las novedades y nuevas oportunidades que el mundo de la tecnología nos ofrece día a día para mejorar nuestras vidas.