- El asteroide 2024 YR4 ha alcanzado un 3,1% de probabilidad de impacto con la Tierra el 22 de diciembre de 2032.
- Su tamaño estimado se encuentra entre los 40 y 90 metros, lo que podría causar daños localizados significativos.
- Las agencias espaciales como NASA y ESA están monitoreando su trayectoria, con futuras observaciones clave en 2028.
- El telescopio James Webb será clave para obtener datos más precisos sobre su tamaño y órbita.
El asteroide 2024 YR4, descubierto en diciembre de 2024, se ha convertido en el objeto espacial más monitoreado en la actualidad debido a su probable acercamiento a la Tierra. Con una probabilidad de impacto del 3,1% según la NASA, este cuerpo celeste sigue siendo objeto de estudio por parte de agencias espaciales y astrónomos de todo el mundo.
Este asteroide, clasificado dentro del grupo de objetos próximos a la Tierra, tiene un diámetro que oscila entre los 40 y 90 metros. En caso de colisión, se estima que liberaría una cantidad de energía equivalente a varias megatoneladas de TNT, suficiente para causar daños locales severos.
Últimos cálculos de impacto
Desde su descubrimiento, las probabilidades de impacto han fluctuado debido a la mejora en las mediciones de su órbita. Inicialmente, su posibilidad de colisión se estimaba en un 1,2%, cifra que ha ido aumentando con el tiempo. La última actualización de la NASA ha elevado la probabilidad al 3,1%, mientras que la Agencia Espacial Europea (ESA) la sitúa en un 2,8%.
Según la escala de Turín, que mide el riesgo de impacto de objetos cercanos a la Tierra, el asteroide 2024 YR4 se encuentra en el nivel 3. Esto significa que, aunque merece la atención de los astrónomos, no representa aún una amenaza inminente.
Posibles zonas de impacto
Uno de los aspectos más importantes del estudio de este asteroide es determinar qué regiones podrían verse afectadas en un hipotético impacto. Los modelos actuales señalan que su trayectoria de riesgo incluye:
- El océano Pacífico oriental, donde un impacto podría generar tsunamis.
- Zonas costeras de Sudamérica, incluyendo Colombia, Venezuela y Ecuador.
- África occidental y central, con posibles efectos en países como Nigeria y Camerún.
- El sur de Asia, abarcando India, Pakistán y Bangladesh.
Cómo se monitorea el asteroide
Para mejorar las predicciones sobre su trayectoria, los astrónomos han recurrido a telescopios terrestres como el Gran Telescopio de Canarias. Sin embargo, en pocos meses, el asteroide pasará detrás del Sol, lo que dificultará su observación desde la Tierra.
Por este motivo, el telescopio espacial James Webb tomará el relevo en la vigilancia de este cuerpo celeste. Sus potentes instrumentos permitirán obtener datos más precisos sobre su tamaño y composición, proporcionando información clave para evaluar los riesgos con mayor exactitud.
¿Cómo se podría evitar el impacto?
Si las observaciones futuras confirmaran que la probabilidad de impacto sigue siendo alta, se contemplarían diversas estrategias para desviar el asteroide. Entre las opciones más viables se encuentran:
- Impactadores cinéticos: misiones similares a la sonda DART de la NASA, que en 2022 logró desviar un asteroide al colisionar con él.
- Uso de explosiones nucleares: una medida más extrema que se consideraría solo en casos de emergencia.
- Tractores gravitacionales: una sonda que, mediante su propia gravedad, alteraría poco a poco la trayectoria del asteroide.
El tiempo juega a nuestro favor
Aunque los titulares puedan alarmar, lo cierto es que aún queda mucho margen de tiempo para seguir analizando el comportamiento del 2024 YR4. En los próximos meses y años, la comunidad científica seguirá monitoreando su órbita y aplicando los últimos avances tecnológicos para reducir la incertidumbre en sus cálculos.
En caso de que siga existiendo una posibilidad de impacto cuando el asteroide vuelva a estar visible en 2028, la ONU y las principales agencias espaciales del mundo ya están preparando planes de acción para garantizar la seguridad de la humanidad.
Los expertos insisten en que los cálculos pueden cambiar y es probable que futuras observaciones descarten completamente una colisión. Lo que sí está claro es que este tipo de eventos nos recuerdan la importancia de la vigilancia espacial y la necesidad de seguir perfeccionando nuestras técnicas de defensa planetaria.
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