- China lanza un sistema de identificación virtual nacional para centralizar el acceso y verificación de usuarios en internet.
- La medida, con aplicación voluntaria desde mediados de julio, ha suscitado inquietudes sobre control estatal y privacidad.
- Expertos y defensores de derechos temen por la libertad de expresión y el riesgo de fugas masivas de datos.
- El gobierno defiende el sistema como un “chaleco antibalas” para la protección de datos personales y el desarrollo digital.
China se prepara para implantar una innovadora medida de control digital que podría transformar el acceso y la interacción en la red de sus ciudadanos. El país, ya conocido por su estricto sistema de censura y vigilancia online, ha anunciado el lanzamiento de un identificador nacional de internet que se aplicará a partir de mediados de julio. Esta iniciativa, enmarcada dentro de los esfuerzos oficiales para reforzar la seguridad digital y centralizar procesos de verificación, ha generado un considerable debate dentro y fuera del país.
Hasta ahora, los usuarios chinos necesitaban validar su identidad de manera independiente en cada aplicación, red social o portal web, un proceso repetitivo que dificultaba la anonimidad en línea. El nuevo sistema introduce una identificación virtual única emitida por el Estado que se podrá usar para iniciar sesión en múltiples plataformas con una sola cuenta, concentrando la información en un solo punto y facilitando tanto la gestión como el seguimiento del usuario.
¿Cómo funcionará el nuevo sistema?
Según las reglas publicadas a finales de mayo, la adhesión al identificador digital será inicialmente voluntaria, aunque la administración está incentivando a las empresas y organismos a que lo integren en sus servicios. Más de seis millones de personas ya se han registrado, según medios estatales, aunque la población conectada en China supera los mil millones.
El gobierno presenta esta solución como una herramienta de protección ante filtraciones de datos y un motor clave para el desarrollo de su economía digital. De hecho, los medios oficiales la han calificado como un “chaleco antibalas para la información personal”. Entre los defensores del sistema, se argumenta que su objetivo es proporcionar una identificación segura, cómoda y eficiente, además de apoyar la innovación tecnológica.
Ahora bien, la otra cara de la moneda genera inquietud para muchos expertos y defensores de derechos humanos. Voces como la de Xiao Qiang, investigador especializado en libertad en internet, advierten que esta plataforma centralizada facilita la monitorización en tiempo real y el bloqueo de cualquier usuario considerado problemático por las autoridades. No solo sería un sistema de vigilancia, sino una infraestructura capaz de eliminar de raíz cualquier mensaje o presencia digital que no agrade al gobierno.
La medida acentúa la tendencia de endurecimiento de controles digitales bajo el liderazgo de Xi Jinping, quien desde 2012 ha multiplicado los esfuerzos de censura y represión del disenso a través de legiones de moderadores y desarrollo tecnológico. Este nuevo identificador, al ser gestionado directamente por el Estado, podría permitir eliminar la actividad de cualquier persona en toda la red con un único comando.
Proceso polémico y reacciones sociales
Las autoridades insisten en que la participación es opcional, pero muchos analistas, como el profesor Haochen Sun de la Universidad de Hong Kong, apuntan que el sistema podría convertirse en un requisito de facto si se vinculan ciertos privilegios y facilidades a su uso. Además, centralizar tantos datos sensibles en una única plataforma supone, a ojos de los expertos en ciberseguridad, un riesgo de posibles filtraciones. En 2022, ya se produjo uno de los mayores robos de datos en China cuando información policial sobre mil millones de ciudadanos fue expuesta en internet.
La implementación del identificador digital ha seguido el proceso legislativo habitual en China, con una consulta pública durante un año en la que académicos, expertos legales y ciudadanos expresaron reservas sobre la iniciativa. Pese a ello, las normas definitivas han mantenido el grueso de la propuesta inicial. Tras anunciarse la aprobación final, apenas se encontraron críticas en línea, en parte debido a la moderación de contenidos y a la costumbre gubernamental de espaciar los tiempos para reducir la presión social.
Este proceso ya afecta a sectores como cultura, turismo, sanidad y medios, que empezarán a exigir este identificador nacional en sus servicios digitales. Mientras tanto, numerosos usuarios y analistas internacionales se preguntan si este modelo podría exportarse o influir en el control de la red a nivel global.
La puesta en marcha del identificador nacional de internet en China representa un cambio mayúsculo en la gestión de identidades digitales, con argumentos a favor sobre seguridad y eficiencia, pero también con profundas preocupaciones sobre privacidad, control estatal y posibles fallos en la protección de datos personales. Este debate, en marcha, destaca la tensión entre desarrollo tecnológico y derechos fundamentales en la era digital.
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